Brasilia, jun. 21 . La presidenta de Brasil, Dilma Roussef, convocó a sus ministros a una reunión de emergencia, frente a la masiva movilización de ciudadanos en una jornada de protesta que cobró la primera víctima fatal, informó hoy la cadena alemana Deutsche Welle.
La séptima jornada de movilizaciones multitudinarias, que dejó un joven manifestante muerto a raíz de un atropellamiento intencional, confirma que el descontento popular que arrancó con una demanda por el aumento del transporte colectivo, está lejos de mermar.
Las decenas de revueltas simultáneas ocurrieron un día después de que los gobiernos de al menos trece ciudades dieran marcha atrás en el aumento aplicado a las tarifas de transporte.
Aunque hubo escenas de violencia y vandalismo, en casi cien ciudades la inmensa mayoría de los manifestantes marchó pacíficamente por las avenidas y plazas, pidiendo a los más radicales no usar la violencia.
Y por primera vez desde que comenzaron las protestas el pasado 13 de mayo, se produjo la muerte de un manifestante. Se trata de un joven de 18 años que participaba de una marcha junto a unas 25 mil personas, en la ciudad de Ribeirao Preto, a 300 kilómetros de Sao Paulo.
Según las primeras informaciones, el conductor de una camioneta Land Rover, impedido de circular libremente por la movilización, atropelló intencionalmente a los manifestantes que marchaban por las calles de un barrio de clase media alta de la ciudad, dando de lleno contra el joven, que murió en el lugar, e hiriendo a otras tres personas, de las cuales una quedó en estado grave.
Asimismo, se produjeron violentos enfrentamientos en varias ciudades, entre ellas Río de Janeiro, Sao Paulo, Salvador de Bahía y Brasilia, Porto Alegre, entre otras.
El blanco de los actos de vandalismo, en la mayoría de las ciudades en las que hubo disturbios, fueron las sedes de los gobiernos provinciales y municipales, de las asambleas legislativas y, en el caso de Brasilia, la sede de la Cancillería.
En Río, donde se estima que unas 300 mil personas salieron a las calles, más de 22 manifestantes resultaron heridos en enfrentamientos con la policía, y, al igual que el lunes, la sede de la Asamblea Legislativa fue objeto de vándalos.
En Brasilia, el Palacio de Itamaraty, sede de la Cancillería, fue blanco de ataques violentos y parte de su fachada, hecha mayormente de vidrios, quedó destruida. Durante los momentos de mayor tensión, los manifestantes consiguieron alcanzar el edificio y provocaron un principio de incendio que fue rápidamente combatido por los guardias de seguridad.
A raíz de los intentos de invasión a los edificios públicos, la presidenta trabajó en el Palacio del Planalto protegida por un escudo humano formado por unos 200 hombres del Ejército y la Policía, destinado a evitar que los manifestantes invadieran el edificio.