El robot nombrado Rex (acrónimo de “exoesqueleto robótico”), fue construido por Richard Walker y Mathew Godden con la tecnología biomédica más avanzada que hay en la actualidad. Mide dos metros y está valorado en un millón de dólares.
Según el investigador Bertolt Meyer, uno de sus dos creadores, y portador de una prótesis en el brazo desde hace muchos años, la idea es enseñar a la gente hasta qué punto las partes del cuerpo humano pueden ser reemplazadas con la tecnología y cómo esto puede ayudar a las personas con discapacidad. “La gran promesa de la tecnología es que puede hacer desaparecer las discapacidades”, dice.
Rex tiene un corazón impulsado por baterías, un hígado, un páncreas y riñones artificiales que cuentan con un sistema sintético de filtración a nanoescala impulsado por la presión sanguínea y que utiliza células renales del paciente inoculadas.
Además cuenta con unos lentes que envían imágenes a un microchip insertado en la retina, el cual envía impulsos eléctricos al cerebro para decodificar la imagen.