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TENIENTE CORONEL PEDRO RUIZ GALLO (1831-1880)

Publicado el 22/06/18

El Teniente Coronel Pedro Ruiz nació en la villa de Eten el 24 de junio de 1831. Fueron sus padres: el coronel español don Pedro Manuel Ruiz y doña Juliana Gallo, siendo niño perdió a su padre. Estudió y trabajó en su pueblito natal, hasta los once años, edad en que pierde a su madre, lo que lo obliga a viajar a Chiclayo y a trabajar en el oficio de relojero.

Su primer invento: Una caja musical

Desde muy niño reveló su genio precoz, todos sus juegos infantiles revelaban al futuro inventor. Se pasaba horas enteras en la playa, observando el vuelo de las aves y desde ya manifestaba ansias de volar. Le fascinaba la mecánica. Llamó la atención un aparato de cuerda que hizo, cuando tenía 10 años, aparato que producía hermosos sonidos. En Chiclayo se sostuvo componiendo relojes y dedicado siempre a sus tenaces investigaciones. Todo indicaba en él que estaba predestinado a grandes empresas.

Carrera militar

A los 15 años se trasladó a la capital. Movido por su vocación militar ingresó como cadete en 1848. Muy pronto por su corrección, valor y pericia, logró ascender a alférez y se inició así su brillante carrera militar, bajo la égida de Castilla, del General Mariano Ignacio Prado, San Román, Balta y Diez Canseco que le dispensaron gran consideración y afecto; sobre todo Castilla, Balta y el General Prado, a lado del cual se batió en el glorioso combate del 2 de mayo de 1866.

Explorando la Amazonía

Sus más destacados servicios a la Patria comienzan por el año 1855 cuando tenía don Pedro Ruiz el grado de Capitán. Era ayudante de la Prefectura de Amazonas, siendo Prefecto de ese departamento el Coronel Cabada, cuando nuestro héroe inicia sus empresas de Explorador de la Amazonía. Siguiendo el curso del gran afluente del Marañón descubre la ruta fluvial que une Bongará con la capital amazonense y llega hasta el Pongo de Manseriche y, escapando de ser victimado por los salvajes, debido a sus conocimientos de los dialectos nativos y a su don de fascinarlos con la música de su violín, descubre la tribu de los Agua Ruma, las minas de pizarra y mármol de chiliquín y salva de los efectos mortíferos de la picadura de las vívoras de la selva, merced a sus conocimientos médicos.

Descubre una vacuna

En 1856 incursiona en la medicina, a causa de la epidemia de viruela, descubriendo una vacuna con la cual salva la vida de miles de personas. Fue catalogado como el médico militar salvador.

El reloj de Chachapoyas

Después de estas hazañas fue ascendido a Mayor graduado en enero de 1865 y a Mayor efectivo en febrero del mismo año, siendo Allende el Ministro de la Guerra. La gratitud de los amazonenses fue grande para don Pedro Ruiz y de sus días en Chachapoyas quedó cual monumento de su pericia el reloj público de aquella localidad.

Vencedor del Combate del 2 de mayo

Al iniciar el general Prado el movimiento de la Restauración, el entonces mayor Pedro Ruiz se alió a tan noble y patriótica causa y peleó valientemente en el glorioso Combate del 2 de Mayo de 1866, en la Segunda Compañía del Regimiento de Jefes y Oficiales que comandaba el Teniente Coronel Montalbán y cuyo jefe fue el Coronel Robles. La junta Calificadora presidida por el General don Miguel Medina, lo declaró Vencedor del Combate del 2 de mayo; por cuyo motivo el Gobierno del General Prado le concedió diploma de honor, la medalla de oro de la gratitud nacional y su ascenso a Teniente Coronel.

Su monumental reloj de Lima

Terminado el conflicto con los españoles, Pedro Ruiz Gallo se dedica por entero a su obra maestra: el reloj monumental, que embelleció nuestra capital y que fue llevado como botín por el ejército chileno cuando entró a Lima.

El año 1868 un decreto del Presidente Balta consideró al Teniente Coronel don Pedro Ruiz agregado al Estado Mayor General para que pudiese terminar su obra. Esta es la época de mayores luchas de nuestro héroe. Se esgrimen contra él envidias e incomprensiones . Le quitan hasta su ordenanza; le apresan su ayudante: le niegan sus sueldos; lo mal informan ante Balta; él sigue sereno, impasible, rectilíneo, tenaz, perseverante en su obra monumental.
Al fin un día ve realizado su sueño. El Congreso de 1868 a iniciativa del diario “El Comercio” de Lima que aboga en su favor, da la ley necesaria y el gobierno de Balta, acatando al Congreso, otorga la protección debida. Y el 6 de Diciembre de 1870 se inaugura la obra insigne. En los jardines de la Exposición (el actual “Parque de Lima”) se levantó el Reloj, comparable al reloj de Strasburgo.

Tenía once metros de altura, 16 de ancho y 5 de espesor; nueve esferas y señalaba los días, los años, los meses, las estaciones, las fases de la luna, izaba el pabellón nacional y entonaba nuestro mágico Himno. Cada hora renovaba un cuadro de la Historia y dos centinelas presentaban armas, al son de la Marcha de Banderas, cuando izaba nuestro bicolor. Este reloj fue el orgullo de nuestra capital, hasta que se lo llevó el ejército chileno en la desastrosa Guerra del Pacífico.

Precursor de la aviación

Terminada su obra maestra, se dedicó a sus estudios y descubrimientos de aviación. Desde niño tenía la obsesión de poder descubrir un aparato para volar. Hizo estudios serios sobre el vuelo aerostático. Escribió una obra sobre navegación aérea: Estudios Generales sobre la Navegación Aérea y Resolución de este importante problema”, donde estudia los globos aerostáticos y proyecta un aparato llamado “El Ornitoptero”, que tendría la forma de un ave, pero funcionaría con un motor, como los actuales ultra-leves. Es presumible que esta obra genial haya circulado en todo el mundo científico por su interés y novedad.

A excepción en un vuelo en San Cristóbal, todos sus ensayos los hizo en el Callao, en una casa que hace esquina en las calles México y Sucre; donde hoy (desde 1938) hay una placa de bronce que perpetúa su recuerdo y donde, todos los años desfilan el pueblo y los escolares, recordándolo con el corazón henchido de emoción patriótica; porque ese también fue el escenario de su heroico sacrificio definitivo.

Su sacrificio en la Guerra del Pacífico

Este sacrificio tuvo lugar el 24 de abril de 1880. La escuadra chilena había bloqueado nuestro primer puerto. En tan difíciles circunstancias el Gobierno comisionó al Teniente Coronel Pedro Ruiz para que preparara torpedos contra la escuadra enemiga.

Se encontraba pues en tan patriótica labor, a las doce de aquel aciago día, cuando por descuido de su ayudante, una explosión, puso fin a una vida tan cara para la patria, tan preciosa y útil para esos momentos que vivía el Perú. Así trágicamente pasó a la inmortalidad este epónimo peruano, honra de la Nación.

La Asamblea Constituyente de 1884, resolvió trasladar sus preciosos restos a la Cripta de los Héroes (en el Cementerio Museo Presbítero Matías Maestro, que es el más antiguo de Lima); acto de gratitud nacional y justicia histórica que se corroboró por resolución suprema de abril de 1938; desde 1940 los restos de nuestro héroe Pedro Ruiz reposan al lado de Grau y Bolognesi. Su recuerdo está nimbado por la Gloria. Su nombre lo pregona la Fama, el Perú le debe un monumento. El bronce, con sus voces eternas, hablará a las futuras generaciones.

(Extraído de “Paradigmas” de Diego Camacho)



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