Domingo, 5 de Mayo del 2024
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¿Puede el consumismo provocar rupturas de parejas y/o matrimonios?

Publicado el 15/04/14

Hace algunos años atrás, cuando vivíamos en una situación permanente de crisis económica, las razones de los divorcios en nuestro país eran disfrazadas por la frase “incompatibilidad de caracteres”, comúnmente utilizada por los abogados, pero que en realidad se suscitaban a partir de los problemas económicos al interior de las familias, entre otros aspectos. Ahora que el escenario económico es diferente, pues vivimos una economía estable y de crecimiento, cerca de  13 mil 126 matrimonios inscritos terminaron en divorcio, según datos del INEI del 2012.

Para la psicóloga Doris Vila, especialista en familia y valores de la Universidad Norbert Wiener, el escenario de la competencia económica, la búsqueda compulsiva por alcanzar mayores niveles de consumo y de comodidad y la relativa facilidad para cubrir las necesidades básicas, a diferencia de antes, no necesariamente se refleja en familias funcionales, unidas  y de convivencia armónica. Entonces, más allá de las carencias y limitaciones materiales, otras serían las razones que sustentan las separaciones conyugales y divorcios en nuestro país.

La especialista señala que las limitaciones económicas, si bien traen problemas al interior de las familias, no explican totalmente la vulnerabilidad de las relaciones matrimoniales. Tampoco la “bonanza” económica necesariamente se refleja un fortalecimiento de las relaciones de pareja, que es el sustento para el éxito de la vida matrimonial y de la familia.

Y esta afirmación de la especialista parece ser confirmada por las cifras. En el 2012, el 12% de los matrimonios inscritos a nivel nacional terminó en divorcio, en el 2007, sólo el 3% de los que contrajeron nupcias llegaron a un divorcio, según el INEI.

Entre el 2002 y el 2006 la economía peruana empezaba a prosperar con crecimientos del 4%, y de 9% entre el 2007 y 2008.  En ese último año, después de aprobada la ley que trasladaba la responsabilidad a los municipios y notarías  para gestionar los divorcios por mutuo acuerdo, se proyectaba cerca de 81 mil peruanos en busca del ansiado divorcio, recuerda la psicóloga Doris Vila.

“No nos engañemos, la familia se encuentra en crisis desde hace buen tiempo y no cumple su verdadero rol  formativo. La enseñanza de valores positivos a sus miembros  es escasa, muy débil o poco sostenida. Por el contrario, el impulso consumista resulta ser lo más importante y lo primero que debe satisfacerse. De esta manera, el valor de las personas se mide por lo que puedan gastar y comprar; reemplaza de esta manera a distintos valores humanos permanentes y trascendentes”, enfatiza la psicóloga de la Universidad Norbert Wiener.

La especialista nos invita a revisar la cifra de tarjetas de crédito emitidas y la edad de quienes la poseen, la aparición de los centros comerciales y multitiendas o la tasa de morosidad del sistema bancario para confirmar la obsesión de la sociedad (y de los más jóvenes, sobretodo) por afirmarse en el consumo y la posesión de bienes, despreocupándose de valores humanos que, sin que cuesten tanto, valen mucho más.

El resultado de todo este desorden de valores se refleja en la altísima tasa de divorcios, los hogares monoparentales, la violencia juvenil, embarazos adolescentes, etc. y una serie de problemas que agudizan la crisis de la familia y por ende de la sociedad, añade la especialista.



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