Viernes, 17 de Mayo del 2024
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Nicolás Fuchs : El piloto más veloz de Sudamérica jamás se pasa una luz roja

Publicado el 20/03/13

Antes de que Nicolás Fuchs descubriera la velocidad, su pasión por las máquinas o por la competencia, solo era un chico de doce años que le gustaba acompañar a su padre. Fue este, Germán Fuchs, quien compró dos motos de cross: una para él y otra para Nico. No pretendía motivarlo a ser piloto profesional. Solo quería hacer deporte con su hijo. «Salíamos a pasear, nos divertíamos», recuerda Nicolás y se ríe. «Mis pies ni siquiera llegaban al piso». Quizá el regalo del padre no fue tan inocente: «A Nicolás ya se le notaba la pasión por la velocidad. Cuando le compré la Honda se adaptó a ella muy rápido. A pesar de tener doce, la hacía caminar a la par con otros más expertos», recuerda Germán. Pronto Nicolás empezó a andar muy rápido. Demasiado. Entró al circuito de competencias. Le decían Kamikaze Fuchs: «O ganaba, o no paraba hasta la clínica», recuerda ahora el piloto, en medio del tráfico de Chorrillos.

Nicolás Fuchs aprendió a manejar a los diez años en un automático. Fue su madre quien le enseñó, cuando vivían en Santiago. Él practicaba con el auto en el campo. Su mamá maneja muy bien, dice Nicolás. Y su padre sigue conduciendo su moto. Incluso el año pasado viajó desde Lima hasta Argentina, donde Nicolás corrió una fecha del Rally Mundial, solo para verlo.

Cuando ingresó a la universidad para estudiar Arquitectura, Nicolás dejó la moto. A los dieciocho años se compró su primer auto. Era un Toyota Corolla del año 82. Lo compró desarmado, con el motor en la maletera. Quiso conocer su máquina. La armó y desarmó. Rompió cajas, colocó partes al revés y el Corolla humeaba como locomotora. El carro tuvo siete motores distintos a lo largo de los años. Nicolás Fuchs dice que aprendió de mecánicas con ese auto. Su familia le llamaba coche bomba.

Durante su carrera como deportista profesional, Fuchs ha coleccionado tantas lesiones y heridas como golpes se han llevado sus máquinas. Rotura de todos los dedos de la mano. Lesión en el hombro con un año de recuperación. Incluso cuando competía en moto se rompió la clavícula y varias costillas. En la historia del Rally Dakar, la carrera más peligrosa del mundo, veintiséis pilotos han fallecido durante la competencia. Dos de ellos murieron en las ediciones del rally que sucedieron en el desierto peruano. 2009 fue el año de la última muerte en Caminos del Inca, cuando el piloto Abraham Ortega se despistó fatalmente durante la última etapa. Pero Fuchs habla sin importancia de sus heridas, del peligro. Quizá ni siquiera piensa en ellos.



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