Viernes, 17 de Mayo del 2024
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MARIO VARGAS LLOSA Y SU OPCIÓN POR OLLANTA HUMALA

Publicado el 25/05/11

“No creo que mis compatriotas vayan a ser tan insensatos de ponernos en la disyuntiva de elegir entre el sida y el cáncer terminal, que es lo que serían Humala y Keiko Fujimori” expresó el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa faltando pocos días para realizarse la primera vuelta. La frase no pudo tener una repercusión más infeliz, pues no sólo los insensatos terminaron predominando, sino que las personas afectadas por el cáncer y el sida se sintieron maltratadas. “¿Sabe acaso Vargas Llosa el impacto negativo que sus expresiones egoístas causan en la moral y la psicología de tantas personas que viven con VIH o cáncer?””, refiere uno de las quejas recogidas en una de las páginas de internet.

En realidad, la metáfora de Mario Vargas Llosa hace alusión a enfermedades y no a enfermos. Es decir, alude a lo general (cáncer, sida) y no a lo particular (determinado paciente con cáncer o sida). Podemos discutir, en todo caso, si el señor Ollanta y la señora Fujimori son alternativas tan malas como para merecer que se les compare con enfermedades tan terribles.

El cáncer, el cáncer terminal, y el sida son enfermedades disímiles pero tienen en común que inexorablemente llevan a la muerte. Aunque el novelista nunca precisó quién es el cáncer y quién el sida, algunos analistas han deducido que Ollanta Humala sería el cáncer y Keiko el sida. Por razones que no son del todo claras, Vargas Llosa anunció, pocos días después de saberse los resultados de la primera vuelta electoral, que votará por Ollanta Humala en la segunda vuelta. En una disyuntiva entre el cáncer y el sida, es absurdo hablar de mal mayor y mal menor, ambos son igualmente nefastos. No obstante, Mario Vargas Llosa ha elegido el cáncer, vale decir, a Ollanta Humala como si se tratara del mal menor.

En un lapso muy corto de tiempo, el hombre que era una nueva versión de Hugo Chávez, presidente de Venezuela que ha implantado en su país una “democracia autoritaria” y puesto en práctica una política económica “insensata” (en la cual ha predominado el populismo, el estatismo y la corrupción), se convirtió en la única opción democrática para la segunda vuelta electoral.

Como era de esperarse, la reacción de cierto sector político no ha sido de la mejor. El arzobispo de Lima, cardenal Juan Luis Cipriani, criticó al premio Nobel de Literatura 2010 por mostrar su preferencia por Ollanta Humala. “Hay que ser un poquito más serios y no simplificar la verdad”, señaló Cipriani. Se dirá que una crítica de Cipriani comporta ya de por sí un espaldarazo a la decisión del escritor. Es probable que sea un motivo para no votar por Keiko Fujimori, pero no suficiente como para votar por Ollanta Humala.

El periodista Aldo Mariátegui ha ido aún más lejos, al pedirle al escritor que prometa que se instalará en el Perú con su patrimonio en caso gane Ollanta Humala, “de lo contrario sus declaraciones no pasan de payasadas intelectualoides y berrinches por la derrota de 1990…”. Debemos tener presente que el voto de Vargas llosa no es determinante, su voto tendrá el mismo peso que el de cualquier ciudadano. Además, si algo ha quedado demostrado con el escritor es que sus invocaciones no tienen mayor influencia en la población peruana. Por último, el escritor no va a votar por Ollanta Chávez sino por Ollanta Lula: “Mi esperanza es que lo que dice el candidato Humala ahora sea verdad. Él dice que no tiene a Chávez como modelo sino a Lula”, señaló Vargas llosa.

El artista plástico Fernando De Szyslo ha manifestado que no votará por Ollanta Humala: “Con todo el cariño que le tengo a Mario, no estoy en capacidad de votar por Humala… Me da mucha pena que en esto de no seguirlo en votar por Humala. Sería desleal conmigo mismo, no me da el corazón: No le creo a Humala”. Son amigos de toda la vida, comparten la misma línea política (ambos son liberales), suelen coincidir sobre diversos temas, pero esta vez Szyslo no lo seguirá porque no confía en Ollanta Humala.

Quizás en esto resida el dilema de votar o no votar por Ollanta Humala: su credibilidad. El proceso de conversión de seguidor de Chávez a seguidor de Lula ha sido en un lapso demasiado corto y no parece fruto de una íntima convicción sino de una estrategia electoral a fin de mejorar su posición en las encuestas.

“Mario Vargas Llosa se obnubiló, es decir se aturdió, es decir se atontó políticamente, cuando tuvo que elegir entre el golpista probado, “el racista, el payaso, el estúpido, el cavernario de Ollanta Humala” (y no lo digo yo: lo escribió él) y la señora Keiko Fujimori. De pronto, Vargas Llosa, turbado por el rencor, cegado por el odio, vio obnubilada su lucidez y atribuyó perversamente los crímenes y atrocidades de Alberto Fujimori a su hija mayor, Keiko Fujimori”, sostiene Jaime Bayly en un reciente artículo.

A diferencia de miles de peruanos, Jaime Bayly nunca padeció el dilema de tener que elegir entre el mal mayor y el mal menor, el cáncer y el sida, el voto en blanco y el voto viciado, no ir a votar y viajar al extranjero; él siempre lo ha tenido claro desde la primera vuelta: Keiko Fujimori es la única opción válida, acaso el premio mayor que el Perú necesita. De allí el malestar que le provoca no sólo la inclinación de Mario Vargas Llosa por Ollanta Humala, sino el hecho, más grave aún, de no votar por keiko Fujimori.

No sabemos, posiblemente nunca lo sabremos, cuál o cuáles han sido los móviles que han llevado a Mario Vargas Llosa a cambiar tan abruptamente su impresión sobre Ollanta Humala, al punto de optar por él para la segunda vuelta electoral. La metamorfosis, mejor dicho, las constantes metamorfosis de Ollanta Humala no parecen una señal seria como para convencerlo a uno de que se trata de una auténtica opción democrática. El Ollanta Lula podría tratarse de un personaje provisional que le cederá su turno al Ollanta Chávez en el supuesto caso de que se haga cargo del sillón presidencial. Aun cuando no dudemos de la buena fe del premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, creemos que hubiese sido más consecuente con sus principios de haber elegido la opción del voto en blanco o la del voto viciado.

Por: Ricardo Vargas Pinto



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