A medida que las democracias multipartidarias se consolidan y extienden en el mundo se plantea la necesidad de permitir que todos los sectores de la sociedad puedan llegar a dirigir a sus respectivos gobiernos, en particular el sexo y la raza que tradicionalmente han sido los más marginados.
La cumbre suramericana del último viernes de Noviembre nominó a su primer presidente negro, hinduista y anglo-parlante (el guyanés Bharrat Jagdeo) para presidir un organismo donde todos sus principales puestos fueron monopolizados por latino-hablantes de tez blanca o mestiza.
La cumbre iberoamericana del primer viernes y sábado de Diciembre fue organizada por una dama, Cristina Kirchner, presidente de Argentina.
El presidente venezolano canceló su llegada a Argentina, donde había planeado hacer un mitin popular. Otros mandatarios del ALBA (Nicaragua, Bolivia y Cuba) tampoco asistieron. En cambio Rafael Correa (el presidente ecuatoriano que hizo que su república entre al ALBA) si fue uno de los más entusiastas asistentes.
Él, como presidente pro témpore saliente de la UNASUR, logró que en ambos eventos se aprobase una norma que sancionase a toda nación cuyo orden constitucional fuese interrumpido. Esto complica la situación de Honduras, la cual, pese al apoyo de varios países centro y norteamericanos, no podrá ver en un futuro muy cercano su readmisión a la Comunidad Iberoamericana, la OEA o la Comunidad latino-caribeña.
Lo paradójico es que a la cumbre suramericana asistió por primera vez uno de los mayores golpistas de la región (Desi Bouterse) quien dirigió dos dictaduras militares en Surinam mientras que varios de los asistentes a estos dos cónclaves llegaron a levantarse en armas contra regímenes (algunos impuestos por las botas y otros emergidos de los votos).
La cumbre iberoamericana decidió coordinar planes de educación conjuntos y ha propuesto como lema que esta generación que nace con los bicentenarios iberoamericanos quede librada de la plaga del analfabetismo, el mismo que se anuncia quedaría eliminado en el siguiente lustro.
En la cumbre iberoamericana asistieron el rey español (que nunca se ha perdido una de éstas) y 17 de los 22 presidentes. Aparte de 4 de los 5 jefes de gobierno hispanos del ALBA no vino el presidente español Zapatero debido a la emergencia que vive su país (grave crisis económica y huelgas).
Esta cumbre ha mostrado un gran cambio en relación a lo que pasaba hace 2 décadas cuando la primera de éstas se reunió en Guadalajara. En 1991 todos los países latinoamericanos seguían el consenso de Washington para buscar superar su crisis económica y España se lanzaba a capturar más mercados y a ser el puente entre este bloque y la Unión Europea.
Hoy es la Unión Europea quien padece una recesión y es Iberia la siguiente ficha del dominó que puede caer tras el desplome financiero de Grecia e Irlanda. América Latina, más bien, es ideológicamente más diversas y es también una de las regiones que más crece económicamente en el mundo.