Lima, 10 de Noviembre del 2025.- ¿Qué pasaría si el espacio que debería ayudarte a sanar termina convirtiéndose en una fuente de confusión, dependencia emocional o miedo? El juego mental del terapeuta, el nuevo libro de Gissella Vega, plantea la posibilidad de reflexionar sobre un tipo de abuso poco visibilizado: la manipulación psicológica que podría ocurrir dentro de una relación terapéutica inapropiada.
A partir de su experiencia personal, Vega comparte situaciones que podrían darse cuando algunos profesionales usan —a veces sin plena conciencia— herramientas terapéuticas de manera inadecuada. La autora ofrece señales que cualquier persona podría considerar para evaluar si su proceso realmente la está ayudando.
A continuación, cinco red flags que podrían indicar una relación terapéutica problemática:
Si notas que el terapeuta comparte demasiados detalles íntimos, busca contacto fuera del consultorio o se involucra en tu vida sin una razón clínica clara, esto podría sugerir una falta de límites. La terapia funciona mejor cuando los roles y fronteras están bien definidos.
Si empiezas a sentir que sin tu terapeuta no puedes avanzar, que solo él comprende tu situación o que necesitas su aprobación para decidir, podría tratarse de una dinámica que refuerza dependencia. Un proceso sano acompaña para fortalecer tu autonomía, no disminuirla.
Frases como “estás exagerando”, “eso no fue así” o “tú no entiendes” pueden marcar un patrón de invalidación. El terapeuta debe ayudarte a comprender tus emociones, no deslegitimarlas o usar tu vulnerabilidad para manipularte.
Si notas que se respalda demasiado en expresiones como “confía en mi método” o “esto es por tu bien” para impulsar decisiones o cruzar límites que te incomodan, podría ser una señal de una práctica poco ética. La terapia no debería sentirse coercitiva.
Si después de las sesiones te quedas con sensación de angustia continua, dudas excesivas, culpa o miedo a decepcionarlo, es necesario revisar la relación terapéutica. El consultorio debe ser un espacio seguro, no un detonante emocional.
“Reconocer estas señales a tiempo puede evitar que la terapia se convierta en una herramienta de sometimiento emocional”, señala Vega. El juego mental del terapeuta invita a cuestionar la figura idealizada del psicoterapeuta y a promover conversaciones urgentes sobre ética, límites y consentimiento dentro del espacio terapéutico. El libro también ofrece un espacio de reflexión y herramientas para quienes han pasado por experiencias similares, animando a reconstruir la confianza en sí mismos y a recuperar la autonomía emocional.