Lima, 20 de Noviembre del 2025.-El uso masivo de los teléfonos inteligentes ha cambiado la forma en que nos movemos por la ciudad, pero también ha creado nuevas puertas de entrada para el espionaje digital cuando no se aplican medidas básicas de protección.
“Hoy, alrededor del 62% de los ciberataques dirigidos a smartphones comienzan por conexiones inalámbricas abiertas o mal configuradas, por lo que desactivar el WiFi y el Bluetooth al salir de casa es una medida crítica”, señala Patricia Paulet, subdirectora de las facultades de Ingeniería y Tecnología de IDAT.
Especialistas en seguridad tecnológica alertan que mantener activadas estas funciones fuera del entorno doméstico facilita que delincuentes informáticos rastreen los dispositivos, intercepten datos e incluso accedan a información bancaria. La búsqueda automática de redes y dispositivos, aunque práctica para el usuario, amplía la superficie de exposición a amenazas digitales.
De acuerdo con la Comunidad de Madrid, cuando el WiFi permanece activo en lugares como centros comerciales, restaurantes o aeropuertos, los teléfonos intentan conectarse de manera automática a redes abiertas o poco seguras. Esta conducta genera oportunidades para que terceros intercepten mensajes, contraseñas y otro tipo de información sensible.
Los administradores malintencionados de redes públicas pueden, además, utilizar programas especializados para monitorear el tráfico de datos de todos los dispositivos conectados. Esta situación es habitual en zonas muy concurridas, donde la seguridad de las redes suele ser insuficiente frente a las tácticas de ciberdelincuencia.
El Bluetooth también representa una vía de acceso relevante para ataques dirigidos. El Instituto Nacional de Ciberseguridad de España (INCIBE) explica que técnicas como el “Bluesnarfing” aprovechan fallas en los protocolos de conexión. Si el dispositivo está visible o no cuenta con las actualizaciones necesarias, los atacantes pueden extraer información sin dejar rastro.
Estos ataques requieren poca distancia lo que convierte a ambientes concurridos, como buses, tiendas y parques, en escenarios especialmente riesgosos.
“Cerca del 47% de los intentos de intrusión vía Bluetooth ocurren en espacios públicos con alta densidad de personas, donde los usuarios permanecen con las conexiones activas sin percatarse del riesgo”, advierte Paulet.
El INCIBE indica que algunos signos típicos son: reinicios inesperados, mensajes enviados sin autorización, uso anormalmente alto de batería y conexiones desconocidas registradas en el historial del Bluetooth.
Asimismo, si el usuario observa accesos no reconocidos, compras sin consentimiento o movimientos bancarios irregulares, podría tratarse de una extracción de datos realizada mediante este tipo de intrusión.