Sin embargo, existen otras figuras femeninas en la política peruana, entre las que destacan Verónica Mendoza; Lourdes Flores Nano; Mirtha Vásquez, exprimera ministra; María Antonieta Alva, exministra de Economía; Mercedes Aráoz, exvicepresidenta del Perú; Patricia García, exministra de Salud; Marisol Espinoza, exvicepresidenta del Perú; Indira Huilca, excongresista de la República; Marisol Pérez Tello, exministra de Justicia; entre otras que han cumplido con destacados cargos públicos.
Para Guillermo Raffo, director de la Escuela de Posgrado Wiener, esto se debe a que el marco normativo y las políticas públicas, han generado un sistema propicio para el desarrollo igualitario de las mujeres en Perú, con una marcada tendencia de cierre de las brechas de desigualdad, en el corto plazo, que evidencia el cumplimiento de las políticas públicas mencionadas y la asignación de responsabilidades explícitas en los funcionarios públicos.
Asimismo, la política no es el único sector donde la participación de la mujer es más visible, es un hecho innegable que las mujeres han ingresado y avanzado, progresivamente, en el ámbito académico y profesional. La tasa de participación laboral femenina se ha incrementado desde 43.1% (1990) hasta 69.4% (2018).
“En el rubro laboral, la implementación de sistemas eficientes de prevención contra el hostigamiento sexual, y mecanismos de defensa oportuna a la integridad física y emocional de las mujeres en todas las actividades económicas, incluyendo aquellas que antes se reservaban a los hombres como construcción civil, han generado resultados positivos en los últimos años”, indicó el director de la Escuela de Posgrado Wiener.
Sin embargo, el experto añade que la compensación salarial aún es una tarea pendiente que debe abordarse con prontitud, igualmente el acceso a posiciones de liderazgo y decisión en las organizaciones y/o empresas en sectores calificados de exclusividad para hombres, como el sector construcción, la pesca o la minería.
Frente a este panorama, el Dr. Raffo señala que la tarea pendiente está en generar que los logros alcanzados se evidencien con la misma fuerza en las regiones ubicadas en las zonas altoandinas y de la selva del Perú, donde el machismo culturalmente arraigado ejerce fuerzas de resistencia al cambio.