Jueves, 25 de Abril del 2024
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“Perú y Brasil”

Publicado el 20/06/11

LIMA – El Brasil está de moda en el Perú. Los 2 candidatos que pelearon por su Presidencia decían que querían seguir el modelo de Lula, mientras que el gobernante saliente quiere dejar como su obra póstuma una versión del Cristo carioca.

Tanto el Cristo de Río como Machu Picchu son las únicas 2 de las 7 maravillas del mundo moderno que están en Suramérica. Sin embargo, a los brasileros no se les ha ocurrido celebrar el centenario del descubrimiento de la ciudadela inca haciendo alguna forma de réplica de ésta en su país.

Pero en el Perú los antiguos admiradores del camino cubano o venezolano, y sus contrincantes que querían emular a Chile, ahora coinciden en querer acercarse al país que lidera la Unión de Naciones Suramericanas y que apunta a entrar al Consejo de Seguridad de la ONU y a ser una de las 5 potencias económicas del mundo.

El Perú ha sido la cuna de muchas lenguas amerindias, luego fue el bastión de la hispanidad en su subcontinente, tiene diarios en chino y japonés y ha educado a sus estudiantes y élites en el francés o inglés. Sin embargo, nunca le ha dado mucha importancia al portugués porque tampoco no puso antes tanto interés en Brasil, el coloso donde residen 200 de los 240 millones de lusohablantes del mundo.

Anteriormente, el Brasil no tuvo mayor influencia sobre el Perú. El antiguo país de los incas se forjó en el mestizaje entre quechuaimaras y españoles, mientras que la herencia indígena o española es mínima en un Brasil cuya población viene de otras partes de Europa y del África.

Ambos países solían antes mirar más hacia las potencias del norte que hacia sus costados laterales. Hoy los 2 países donde empiezan y terminan el mayor río y selva del planeta descubren que se necesitan, entre otras cosas, porque son las 2 únicas repúblicas vecinas que solo tienen salida a un océano diferente.

La influencia brasilera, que antes se centraba en el arte y el deporte, ahora se va expandiendo al campo económico y político.
En la post-guerra fría, Brasil se ha movido de ser un “incondicional” de EE.UU. centrado en el otro lado del Atlántico a enfocarse en América Latina, donde quiere disputar a EE.UU. una mayor influencia sobre ésta.

Brasil ha buscado ser un árbitro que medie entre los gobiernos conservadores y los de la ALBA.

Si el modelo de Chávez fue siendo seguido por los primeros gobiernos “rojos” de Bolivia, Ecuador y Nicaragua, Lula ha mostrado una senda de convivencia con EE.UU. y los grandes inversionistas, la misma que ha influido en los nuevos gobiernos izquierdistas de Uruguay, Paraguay y El Salvador.

Hoy Humala se ha distanciado de su anterior “bolivarianismo” para proclamar optar por el pragmatismo del PT brasilero (que ha gobernado 8 años a su país junto a partidos y ministros del centro y de la derecha “moderado”, sin querer cambiar la Constitución y buscando la continuidad del oficialismo pero con un nuevo rostro femenino).



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