Del 4 al 7 de junio se eligió el parlamento europeo, el segundo del mundo en término de electores (solo le gana la India) y el primero en cuestión de países miembros (que son 27).
De cada 5 europeos 3 no fueron a votar, mostrando el mayor índice de ausentismo en la historia de dicho congreso continental.
Mientras en América Latina hay una tendencia hacia la izquierda, en Europa sucede lo inverso. La centro-derecha ganó en la mayor parte (incluyendo en todas las 6 potencias mayores: España, Francia, Italia, Reino Unido, Alemania y Polonia). La socialdemocracia fue la gran perdedora, a punto de que el principal gobierno que detenta (el británico) quedó en la cuerda floja.
En algunos países han crecido partidos racistas o anti-inmigrantes (Holanda, Austria, Dinamarca, Eslovaquia, Hungría y Reino Unido). En este último el anti-inmigrante UKIP quedó segundo y el neo-nazi BNP ganó 2 de sus 72 eurodiputados).
Los verdes son la fuerza que más ha crecido, aunque éstos solo llegan a tener 50 de los 736 euro-diputados.
El bajón socialista tiene que ver con el hecho que éstos no muestran una clara identidad. Primero ayudaron a que colapse el bloque comunista y aceptaron recetas monetaristas y hoy han quedado descuadrados cuando la derecha gira al centro y hacia posiciones keynesianas.