Los problemas de pareja se pueden presentar en cualquier momento de la relación, saber afrontarlos permitirá superar sus diferencias sin afectar su salud emocional y contaminar otros aspectos de la vida como el entorno familiar, laboral o social. La psicóloga Karen Sanchez, de Psicocentro Fuentes Carranza, nos brinda unos consejos para afrontar de mejor forma los problemas de pareja:
Si ante un conflicto optas por gritar ante el menor reclamo en lugar de escuchar, tu pareja tomará una posición similar. Escuchar para entender es una puerta a la comprensión en la pareja.
Contener las emociones durante una discusión no es tarea fácil pero sí posible. Evita las provocaciones, recuerda que él o ella también puede estar experimentando emociones intensas, por lo que podría expresarse de manera inadecuada.
Ser lo más específico posible permite claridad en nuestros mensajes. Definir el problema en acciones concretas como “me molesta que dejes la toalla fuera del cesto de la ropa sucia” es una forma objetiva y clara de definirlo, siendo diferente a decir “me molesta que seas desordenado”.
La frase “dos cabezas piensan mejor que una” puede ser de utilidad al momento de generar alternativas de solución a un problema, hacer partícipe a nuestra pareja de la búsqueda de soluciones fomenta un vínculo de soporte y cooperación entre ambos.
Poner en práctica las alternativas de solución encontradas como pareja, les permitirá ir observando qué les funciona mejor. Aprender sus propias fórmulas y combinaciones les dará una mayor idea de cuál es su propio estilo de solución.
Reconocer que hay situaciones que sobrepasan nuestros límites emocionales es también parte de la solución, expresarlo de forma sincera demuestra lo comprometido que estás en la búsqueda de un bienestar para ambos.
En el calor de la discusión es muy fácil que resurjan problemas anteriores, centrarnos en el problema presente nos permite enfocar nuestras energías en darle solución, evitando que se prolongue innecesariamente.
Dentro de la discusión de pareja frases como “siempre quieres tener la razón” o “nunca me escuchas” son usadas con frecuencia. Situar las acciones de nuestra pareja en los extremos del “nunca – siempre” nos encierra en una posición de rigidez, lo que dificulta llegar a un acuerdo.
Pensamientos como “no me contesta el teléfono porque no quiere saber de mí” es asumir las intenciones de tu pareja. Para evitar malos entendidos o una posible discusión es preferible preguntar a tu pareja y no acusarla.