Martes, 23 de Abril del 2024
turismo



Reflexión: Entre la Luz y la Oscuridad

Publicado el 04/11/13

La Sombra es parte de nuestro mundo dual y por lo tanto tiene dos caras: la luminosa y la oscura. Como buenos humanos que somos tendemos a reconocer más fácilmente nuestro lado oscuro, “lo malo”, y le damos muy poca importancia a la parte luminosa de nuestra Sombra.

Esta nace con nosotros y es la encargada de guardar todo aquello que no podemos manejar cuando somos niños y por eso pensamos que solo guardamos “lo malo”; pero también ahí esta esa luz divina, el amor incondicional que poco a poco vamos tapando, reprimiendo porque sentimos que el mundo que nos rodea no la puede contener y en ocasiones llega a ser hasta amenazante.

En la relación con nuestros padres, maestros y la sociedad en general aprendemos a no mostrar nuestro enojo, a no ser envidiosos, a portarnos bien por temor a ser malos y que dejen de querernos.

De igual forma dejamos de ser espontáneos, de reírnos a carcajadas, de mostrar abiertamente nuestro gozo, nuestra ternura, nuestro asombro, curiosidad, empatía porque también nos hicieron sentir que estaba mal, que era de mala educación y lo teníamos que hacer de forma moderada y solo con determinadas personas u ocasiones.

Conforme vamos creciendo y tomando conciencia de nuestras dificultades en la vida, en especial lo relativo a las relaciones interpersonales, a ser exitosos, tener dinero, etc, pensamos que hay algo mal en nosotros que tenemos que cambiar para poder lograr lo que deseamos. Y nos concentramos en “nuestros defectos, nuestros errores”.

¿Qué pasaría si nos concentráramos en conocer nuestras partes luminosas, amorosas? ¿Qué tan dispuestos estamos a reconocer que somos seres maravillosos, con una gran capacidad de amor?

Para conocer nuestra Sombra no tenemos que hacer otra cosa más que ver lo que nos refleja nuestra realidad. Si vamos por la vida sintiendo que todos nos agreden, que los vecinos nos envidian o nos relacionamos con personas que sienten que la vida es triste y difícil, tal vez tenemos que detenernos un momento y ver qué parte de nosotros vibra en consonancia con todo eso, y esa parte es nuestra Sombra. Nada en nuestra realidad se nos presenta por casualidad, siempre tiene algo que ver con nosotros, aunque de momento no lo podamos ver así.

“Cuando reconocemos la calidez y ternura de una persona, o su capacidad de mostrar alegría y asombro ante un evento, cuando podemos ver a un ser amoroso que irradia luz, ¡sorpresa!, esa también es nuestra Sombra que nos está reflejando esas características que tenemos guardadas, olvidadas”.

Estamos más acostumbrados a reconocer nuestros defectos que nuestras cualidades, recibimos más la crítica que los halagos, en algún momento de nuestra infancia aprendimos que teníamos que ser humildes y confundimos humildad con no apreciar y reconocer nuestras cualidades, nuestros logros. ¿Cuántas veces alguien nos hace un halago e inmediatamente lo devaluamos: “está riquísimo tu guisado” y la repuesta inmediata es “gracias, pero creo que le falto un poco de…” o “te queda muy bien ese traje”… “¿Si, de verás? No me convence mucho el color”?

Tal vez puedas detenerte un momentito y tratar de hacer una lista de cuando menos cinco características que tú consideres son tus cualidades y cinco defectos, registra qué te es más fácil los defectos o las cualidades. Trata de ser lo más honesto contigo mismo, reconoce ese ser luminoso que eres y toma conciencia de todas las partes brillantes de tu Sombra que has guardado en el sótano de tu ser.

Cuando nuestra realidad nos refleja nuestra Sombra y nos damos cuenta de ello es que ya estamos preparados para poder manejar lo que hemos tenido reprimido durante tanto tiempo. Obviamente de niños no podíamos enfrentar a nuestros padres cuando nos decían que no teníamos que envidiar el juguete de nuestro amiguito o cuando realmente no queríamos prestar nuestras cosas. Ahora podemos decir “no” si alguien nos pide prestado nuestro coche y no confiamos en esa persona o no nos gusta prestarlo y eso no nos hace egoístas solo estamos respetando nuestro sentir o forma de pensar.

El enojo y la agresión son las emociones que con más frecuencia registramos en los otros y no son más que un reflejo de nuestra sombra. Y tal vez será importante revisar qué tan enojados nos sentimos por dentro, cuánta agresión contenida traemos encima y ni siquiera nos percatamos de ella hasta que nos damos cuenta que la realidad─nuestra Sombra─ nos la está poniendo frente a nuestras narices para que la trabajemos, la sanemos y perder el miedo de sentir nuestras emociones y aprender a expresarlas de manera adecuada, sin lastimar ni ser lastimados.

Las personas alegres, amorosas, entusiastas que nos rodean también nos están reflejando esa parte de nosotros que no nos atrevemos a reconocer y expresar por temor a no ser bien vistos, a sentirnos inadecuados, fuera de lugar, a perder la compostura. Es momento de darnos permiso que fluyan tantas y tantas cualidades que tenemos arrumbadas, escondidas, nos vamos a dar cuenta de nuestra belleza interior, de nuestra luz, de nuestra capacidad de amar y fluir en el amor.

Susana Mohar Betancourt



Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *