Viernes, 19 de Abril del 2024
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Ettore Scola se retira del sétimo arte después de medio siglo de actividad

Publicado el 31/08/11

Roma, ago. 30 . En estos días, el cineasta Ettore Scola, en una entrevista a un medio de su país, anunció su retiro. Mencionó al diario Il Tempo que ya no habrá más proyectos, incluido el guion que trabajaba para el actor francés Gerard Depardiau.

De acuerdo con los cables de noticias, el responsable de obras como Una jornada particular, ya con ocho décadas a cuestas, toma como algo natural el alejarse de las cámaras.

Caso contrario el de los amantes del particular humor de la llamada “comedia a la italiana”, quienes, sospecho, anhelaban que Scola siguiera los pasos de Manoel de Oliveira, centenario director portugués que se mantiene en activo.

Pantalla condimentada

Tiene un sabor especial el humor hecho en Italia. Esa mezcla de crítica social y gags hilarantes es una receta que en aquel país logra una sabrosa cocción. Cada amante del cine que se precie menciona con cariño ciertas cintas filmadas en esta tierra.

Recuerdo un amigo recomendarme con insistencia, casi devoción, la conocida Brutos, sucios y malos, una cinta de 1976 sobre una familia hacinada en una casucha a las afueras de Roma y que sobrevive haciendo pillerías varias. Historias como esta retrataban un lado que se ocultaba de la sociedad durante los periodos de auge económico.

En el cine italiano ha sido costumbre reunir en una película episodios o pequeñas historias a modo de sketchs. En 1963, Scola participó como uno de los guionista en un modelo de esos, la deliciosa Los monstruos, de Dino Risi. Catorce escenas en las que se da una lectura ácida de la sociedad italiana en esa época.

Unos años después, participó también en la segunda entrega, pero ahora como uno de los directores junto a Risi y Mario Monicelli. Esa cinta tiene uno de esos episodios que hacen ver la comedia del drama y que es, confieso, una de las historias más entrañables que haya visto.

Se trata de Como una reina, que dura unos pocos minutos. En ella, un hijo, interpretado por Alberto Sordi, lleva a su anciana madre a un asilo con el engaño de que están saliendo a pasear. En todo el recorrido no pierde él la ocasión de reprocharle la supuesta preferencia hacia su hermano, mientras habla maravillas de la casa de retiro a la que la lleva.

Lo patético de la situación lo hace arrancar más de una carcajada. Pero al final, cuando el protagonista descubre lo que su madre y el resto ya sospecha –que es la última vez que se verán– no se puede evitar una sensación de desasosiego. Ettore Scola se retirará, pero siempre nos quedarán sus películas.

Consiguió un Oso de Plata en Berlín por su musical La sala de baile.



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