Jueves, 25 de Abril del 2024 
Son muchos los casos de famosos que han logrado recientemente vencer al mal gracias a la medicina, la cirugía y, sobre todo, la prevención.
Robert de Niro se enteró de que padecía cáncer de próstata en un control de rutina en el año 2003, cuando tenía 60 años. Se ha curado con medicamentos y una intervención quirúrgica.
Mismo trance vivieron el ex presidente sudafricano Nelson Mandela, el actor británico Roger Moore (uno de los tantos rostros de James Bond) y el ex secretario de Estado de los EEUU, Colin Powell, entre otros.
Todos ellos se han curado.
Pero quizás el caso más impactante fue el del ciclista estadounidense Lance Armstrong, quien antes de ganar 7 veces consecutivas el Tour de France tuvo que librar una batalla mucho más dura contra un tumor en los testículos, que le diagnosticaron a los 25 años, en 1998.
Incluso un cáncer otrora fulminante como el de páncreas tiene hoy posibilidades de curación con el tratamiento adecuado. Le sucedió al creador y CEO de Apple, Steve Jobs, quien tuvo que apelar a un transplante para poder anunciar su cura en 2009.
La cantante australiana Kylie Minogue es otra celebridad curada de un cáncer, en este caso, de seno. Se lo diagnosticaron a los 36 años, en 2005. Su colega Sheryl Crow también pasó exitosamente por el mismo trance en febrero de 2006.
A Rod Steward le diagnosticaron cáncer de tiroides en 1999 y fue operado en el año 2000. Al músico le tomó nueve meses recuperar su voz.
En noviembre de 2004, el cantante español Joan Manuel Serrat fue operado con éxito de de un cáncer de vejiga.
Los médicos del presidente paraguayo Fernando Lugo pudieron anunciar recientemente la remisión completa de los linfomas que le habían diagnosticado, luego de varias sesiones de quimioterapia.
Por lo general, los especialistas se muestran muy prudentes: en el cáncer es difícil hablar de cura definitiva y todo se limita a probabilidades que, aunque mejoran, todavía son porcentajes.
Los controles de rutina son fundamentales. Robert De Niro contó que cuando tenía 40 años, a su padre le habían diagnosticado un cáncer, y desde entonces él se sometía a revisiones periódicas. La detección temprana incrementó sus posibilidades de cura. Y dos años después pudo decir: “Estoy bien y fui muy afortunado porque lo descubrieron a tiempo”.
