Ese año se inauguró el primer alojamiento turÃstico y desde entonces, este paÃs, rodeada por las aguas celestes del océano PacÃfico, ha disfrutado del auge del turismo.
En 2019 llegaron a Palaos 90,000 turistas, cinco veces la población total. Según los datos recogidos por el FMI (Fondo Monetario Internacional), en 2017 el turismo representó el 40% del PIB del paÃs. Pero eso fue antes de la pandemia de covid-19.
Las fronteras de Palaos han permanecido cerradas desde finales de marzo y es uno de los diez paÃses del mundo sin casos confirmados (contando sólo los paÃses miembros plenos de Naciones Unidas y excluyendo a Corea del Norte y Turkmenistán).
Sin embargo, aunque no se ha registrado ni un solo caso, el virus de alguna manera sà ha devastado el paÃs. Los hoteles están cerrados, los restaurantes vacÃos y las tiendas de souvenirs no venden nada.
Los únicos huéspedes que tienen ahora los hoteles son los residentes que regresan a la isla y están obligados a guardar cuarentena.
PaÃses sin casos registrados de covid-19
- Palaos
- Micronesia
- Islas Marshall
- Nauru
- Kiribati
- Islas Salomón
- Tuvalu
- Samoa
- Tonga
- Vanuatu
“El océano aquà es mucho más bonito que en cualquier otro lugar del mundo”, dice Brian Lee, gerente y copropietario del Hotel Palau. Es el océano azul celeste lo que mantuvo ocupado a Brian. Antes de la pandemia, sus 54 habitaciones tenÃan una ocupación del 70% al 80%.
Pero cuando las fronteras se cerraron, no hubo nada a lo que recurrir. “Es un paÃs pequeño, asà que es normal que la gente local no se quede en Palaos”, dice Brian. El hotel tiene alrededor de 20 empleados y los ha mantenido a todos, aunque con horario reducido.
“Trato de encontrarles trabajo haciendo otras tareas como mantenimiento, renovación, etc”, menciona. Sin embargo, los hoteles vacÃos no pueden mantenerse ni renovarse para siempre. “Puedo estar asà otro medio año”, dice Brian. “Pero luego es probable que tenga que cerrar”.
Apoyo estatal
Brian no culpa al gobierno, que ha ofrecido apoyo financiero a los residentes y, después de todo, ha mantenido alejado al virus. “Creo que han hecho un buen trabajo”, dice. Y, sin embargo, para que el primer hotel que hubo en Palaos sobreviva, algo tiene que cambiar pronto.
El presidente anunció recientemente que los viajes aéreos “esenciales” podrÃan reanudarse el 1 de septiembre. Mientras tanto, ha habido rumores de que se instaurarÃa un “corredor aéreo” con Taiwán que permitirÃa la visita de turistas. Pero para Brian, la medida podrÃa llegar demasiado tarde.
“Creo que tienen que empezar a reabrir de nuevo. Tal vez podamos tener burbujas de viajes con Nueva Zelanda y paÃses del entorno”, dice. “De lo contrario, nadie podrá sobrevivir aquÔ.
El caso de las Islas Marshall
A unos 4.000 km al este a través del vasto Océano PacÃfico, las Islas Marshall también permanecen libres de covid-19. Pero, como Palaos, no tener casos también ha tenido un impacto.
El Hotel Robert Reimers se encuentra en una franja de tierra en el atolón principal, Majuro, con una laguna a un lado y el océano al otro. Antes de la pandemia, las 37 habitaciones tenÃan una ocupación del 75% al 88%. Sus huéspedes llegaban principalmente de Asia, del PacÃfico o “el continente” (Estados Unidos).
Desde que se cerraron las fronteras a principios de marzo, la ocupación ha caÃdo a entre el 3% y el 5%. “Algunos de nuestros huéspedes vienen de las islas exteriores”, dice Sophia Fowler, que trabaja para el grupo hotelero. “Pero no muchos”.
A nivel nacional, se espera que el paÃs pierda más de 700 puestos de trabajo en la recesión post-covid, la mayor caÃda desde 1997. De ellos, 258 estarán en el sector de hoteles y restaurantes.
También la pesca
Pero el autoaislamiento afecta a sectores más allá del turismo, y las Islas Marshall dependen mucho menos de los turistas que Palaos. El problema para estas islas es la industria pesquera. Para mantener el paÃs libre de covid-19, los barcos que han estado en paÃses infectados tienen prohibido ingresar a sus puertos.
Otros barcos, incluidos los buques tanque de combustible y los portacontenedores, deben pasar 14 dÃas en el mar antes de atracar. Las licencias de pesca están suspendidas y se ha rebajado el número de vuelos de carga. El efecto es claro.
Las Islas Marshall están especializadas en peces de acuario, el más popular es el pez ángel llama, pero las exportaciones cayeron un 50%, según un informe estadounidense.
El envÃo de atún sashimi se redujo en la misma cantidad. Otras industrias pesqueras esperan una caÃda del 30% durante el año. En resumen, se puede mantener el virus fuera del paÃs, pero luchar contra sus efectos en la economÃa es distinto.
Asà que al final el covid-19 te arrastra de una forma u otra. Sophia Fowler “espera” que las cosas vuelvan a la normalidad para el paÃs y el Hotel Robert Reimers el próximo año.
¿Pero si no lo hacen?
“Entonces no será un proyecto viable”. Pero aunque el cierre de las fronteras ha empobrecido a los paÃses sin casos de covid, no todos quieren salir del confinamiento. El doctor Len Tarivonda es el director de salud pública en Vanuatu, otra isla del PacÃfico con una población de 300.000 habitantes.
Aunque trabaja en la capital, Port Vila, es de Ambae, una isla de 10.000 habitantes a unos 275 kilómetros al norte. “La mayorÃa de los habitantes [de Ambae] prefiere que la frontera se mantenga cerrada el mayor tiempo posible”, cuenta.
“Dicen: ‘No queremos que la enfermedad llegue. Si sucede, básicamente estamos condenados'”. Alrededor del 80% de la población de Vanuatu vive fuera de las ciudades y de la “economÃa formal”, dice Tarivonda.
“Y creo que no necesariamente sienten el apuro todavÃa. Son agricultores de subsistencia, cultivan sus propios alimentos, dependen de la economÃa local y tradicional”. No obstante, el paÃs sufrirá.
El Banco Asiático de Desarrollo espera que el PIB caiga casi un 10%, la mayor caÃda de Vanuatu desde su independencia en 1980. Pero ese retroceso no se debe solo al cierre de fronteras por el covid-19.
El ciclón tropical Harold
En abril, el ciclón tropical Harold azotó gran parte del paÃs, mató a tres personas y afectó a más de la mitad de la población. “TenÃamos sesiones informativas diarias sobre operaciones de emergencia sanitaria”, recuerda Tarivonda.
“Primero discutirÃamos sobre el covid, luego sobre el ciclón Harold. Dos desastres al mismo tiempo”. Sin embargo, la pandemia tendrá un impacto más duradero. En julio, el gobierno anunció que tenÃa planes para reabrir la frontera a otros paÃses “seguros” antes del 1 de septiembre.
Pero al aumentar los casos en Australia y Nueva Zelanda, el plan comenzó a retrasarse. Tarivonda, que forma parte del grupo de trabajo fronterizo junto con funcionarios del gobierno, del sector del turismo y de las aerolÃneas, admite que están “casi de vuelta al punto de partida” y no tienen una nueva fecha para la reapertura.
Los viajes transfronterizos más pequeños pueden ayudar a Vanuatu. El ejemplo más reciente es cuando el gobierno permitió que 172 trabajadores viajaran al Territorio del Norte, en Australia, durante seis meses para recoger mangos. Aunque las remesas ayuden en la situación económica, no son suficientes en un paÃs donde el 35% del PIB proviene del turismo.
Sin prisa
Pero, a pesar de esa necesidad de reabrir las fronteras, Vanuatu no se apresurará en hacerlo. El doctor Tarivonda recuerda con preocupación el caso de Papua Nueva Guinea, que estuvo casi libre de covid hasta un fuerte aumento a fines de julio.
“Si el virus entra en el paÃs, probablemente será como un incendio forestal, y lo que estamos viendo en Papúa Nueva Guinea refleja por qué estamos preocupados”, dice. “Dadas nuestras limitaciones [de atención médica]y el contexto que tenemos en el PacÃfico, la mejor opción es mantener el virus fuera de nuestro paÃs el mayor tiempo posible”.
A medida que pasan los meses, aumenta la desesperación en los paÃses cerrados del PacÃfico. Sin embargo, Jonathan Pryke, director del Programa de las Islas del PacÃfico en el Instituto Lowry, no tiene ninguna duda de que la única opción para estos paÃses es el autoaislamiento.
“Incluso si mantuvieran sus fronteras abiertas, sus principales mercados turÃsticos de Australia y Nueva Zelanda no estarÃan abiertos, ya que han cerrado sus propias fronteras”, dice.
“Asà que solo habrÃamos conseguido lo peor de ambos mundos: una crisis de salud y una crisis económica. Tendremos años y años para ver cuáles fueron las decisiones correctas”.
“Pero echando la vista atrás, nadie duda de que cerrar fue la medida correcta para estos paÃses del PacÃfico”, concluye Pryke.