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“Perú al Mundial” (Por: Guillermo Vidalón del Pino)
11/11/2017 Articulos

El fútbol sigue y seguirá siendo el deporte que despierta pasiones en las multitudes y los peruanos no estamos exentos de este proceso donde las emociones avivan diversos intereses.  Los niños ven en los seleccionados a ídolos a quienes emular en la destreza para manejar el balón con sus pies, en la elasticidad que alcanzan sus cuerpos para disputar una pelota de altura, en cómo sobre pasar al adversario en un pique, aunque las piernas que posea el jugador sean más cortas que las del equipo contrario.

El fútbol vestido de los colores patrios representa, también, la reivindicación ante la postergación de varias décadas en que el seleccionado se vio alejado del evento más importante de este deporte, el Mundial. Los mayores, quienes en sus cabellos lucen galardones plateados, o aquellos que por alguna alquimia renuevan periódicamente la tonalidad de los mismos, reconocen que el seleccionado registra avances, ¡qué duda cabe!, ¡estamos en el repechaje! No obstante, comparten la alegría y la esperanza de los más jóvenes, ven el futuro desde la perspectiva de la participación del Perú en su hasta ahora último mundial (1982).

El seleccionado ha acumulado habilidades desde que -cada vez- un mayor número de jugadores nacionales participa en equipos del exterior, donde aportan, pero también aprenden. Aprenden que el deporte que realizan ha dejado de ser una afición de fin de semana, que se ha convertido en una profesión, en un medio de vida que les brinda algo más que satisfacciones emocionales y que exige a cambio responsabilidad, disciplina, ejercicios muy exigentes, concentración, estado de ánimo positivo, coordinación, mente ágil para analizar el juego, proponer una estrategia, organizar a los once jugadores en función a la zona donde se encuentra el balón.

No interesa si la pelota se encuentra en los chimpunes del rival, interesa que el balón esté bajo el control de sí mismo o el de su equipo, porque el objetivo es trasponer el rectángulo conformado por los dos parantes y el travesaño, ¿arquero?, ¿cuál arquero? La actitud de los jugadores de un equipo respecto del otro es que el contrario no tiene arquero y su responsabilidad es llegar y concretar, sea dentro del área chica o el área grande o desde fuera de las áreas de peligro, por medio de un penal, tiro libre, un tiro que sorprenda al obstáculo mayor -el arquero rival- aquel respecto de quien se debe lograr la invisibilidad del tiro del balón, intentarlo una y otra vez, sin doblegarse, sin rendirse, aunque estén jugando los últimos 30 segundos. La velocidad que alcanza un balón tras un certero puntapié es tal que 30 segundos pueden resultar más que suficientes. 

El seleccionado hoy emplea el juego quimboso que caracteriza a los sudamericanos, mas le ha añadido la agilidad y la fuerza que debe mantener inalterable en una confrontación de 90 minutos o más.  El pelotero, el buen pelotero en cualquier cancha siempre tendrá en mente una convicción, una meta, un objetivo, el triunfo, sea cual fuere el escenario en que juegue.

Y por eso en Southern, desde la tribuna de la esperanza, también jugaremos el partido hoy.

¡Viva el Perú!

 

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