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Futbolario – Reseña de Libros
25/07/2017 Reseña de Libros

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De la cancha al campo santo. El epitafio es la inscripción que se coloca sobre una tumba. Los textos de la inscripción suelen ser aforismos, citas en latín, reflexiones, frases ingeniosas. Inspirado en futbolistas, técnicos y dirigentes del fútbol nacional y mundial, el poeta y periodista peruano Rudolf Acosta Flórez ha escrito cerca de quinientos epitafios y los ha reunido en un libro titulado “De la cancha al camposanto”. En su Diccionario del Diablo, Ambrose Bierce sostiene que la inscripción en la tumba demuestra que las virtudes adquiridas por la muerte tienen un efecto retroactivo. Acosta Flórez no ha incurrido en semejante vicio; cada epitafio está avalado por una acuciosa y profunda investigación. Además, la gran mayoría de los personajes sobre los cuales se inspira se encuentran vivos. Para compendiar los desaciertos, falencias, torpezas y desatinos de cada uno de estos se ha servido de todo tipo de recursos estilísticos. Podrán discutirse el uso de estos recursos, pero de ninguna manera la honestidad con la cual han sido forjados cada uno de los epitafios. Aquí una pequeña muestra:

“Estoy muerto, mis restos han sido calcinados y mis cenizas colocadas en una urna, pero nada ni nadie impedirá que siga soñando con la clasificación de Perú al mundial”.  (Francisco Maturana) 

“Si en verdad eres justo y honesto, prostérnate ante mi tumba, pues no estás a la altura de mi moral, ni de mi talento, ni de mi espíritu” (Roberto Mosquera).

Epitafio a Luis Reyna:

“Maradona era el astro rey y Luis Reyna una estrella fugaz. Un día la estrella fugaz eclipsó al astro rey. Al siguiente día, el astro siguió brillando y la estrella se fue eclipsando”.

“Si en verdad respetas mi memoria, no dejes de colocar flores en mi tumba. Solo rodeado de adormideras, cannabis y amapolas podré revivir mis días de gloria” (Carlos “Kukín” Flórez).

“Que quede claro que yo no hacía goles por Perú porque no me pagaban. Si descanso en este nicho es porque me pagan. Si no me pagaran, no me hubiera muerto” (Andrés Mendoza).

“Dejo una carrera brillante, exitosa y ejemplar en el ámbito nacional y mundial; dejo cuantiosas enseñanzas para quienes estén dispuestos a seguir una línea de conducta intachable; dejo mis restos óseos a la ciencia a fin de que descubra los genes que me permitieron exhibir condiciones físicas y técnicas excepcionales”. (Julio César Uribe). 

Epitafio para Manuel Burga Seoane: 

“Que nadie derrame una lágrima por el difunto Manuel Burga, quien en vida hizo llorar a todo un pueblo; que nadie implore una oración, quien en vida hizo de su gestión una maldición; que nadie pida que sea cremado, quien en vida mereció ser incinerado”. 

“Sí se puede derrotar a los mejores equipos del mundo, sí se puede clasificar a campeonatos internacionales, sí se puede obtener títulos trascendentales. Lo único que no se puede es vencer a la muerte y clasificar a Perú a un mundial” (Freddy Ternero). 

“La U es la U, Lolo es Lolo, yo…yo ya fui” (José Carranza) 

Epitafio para Juan Flores: 

“Quien hurgue en su vida hallará un hombre cometiendo errores, faltas y disparates; quien profane su tumba encontrará el ataúd de un niño; y quién abra su ataúd encontrará las cenizas de un antropoide”. 

Epitafio para Wílmer Aguire: 

“Tres puertas le negaron en vida: el arco de fútbol, el arco del triunfo y el arco iris. Tres puertas lo aguardaron en la antesala de la muerte: el paraíso, el purgatorio y el infierno. Buscó el paraíso con ahínco pero desembocó en el limbo”.

Epitafio dirigido a Shirley Arica:

“Tuviste tiempo para hacer realidad tu sueño de tocarme. Ahora sólo Dios tendrá ese privilegio”.  (Reimond Manco). 

“Quién diría que mi puesto no estaba atrás, ni en el medio ni adelante, sino en el fondo (Luis Guadalupe).

“Cuando mis restos se vuelvan polvo, que una parte de éstos sean esparcidos en la tumba de Tilsa Lozano” (Juan Manuel Vargas) 

“Que mi tumba la coloquen debajo de la tumba de Juan Manuel Vargas” (Tilsa Lozano).

Antiepitafio del Cardenal Juan Luis Cipriani:

“De cumplirse con los requerimientos de ambos herejes, que recojan sus despojos, los quemen y los arrojen a las aguas infestadas y contaminadas del río Rímac. Así dejarán de perturbar y mancillar la paz de los sepulcros”.

“En las concentraciones, en la comisaría, en la penitenciaría y ahora en la tumba. No cabe duda que mi destino ha sido estar encerrado” (Mario “Machito” Gómez).

“Dejo a Jeffry que se encargue de este humilde mausoleo de oro macizo, donde yacen los restos de una mujer abnegada, luchadora y emprendedora” (Melissa Klug).

“Que la atmósfera sagrada del camposanto no inhiba a Hernán, a Jeffry y a Jerson bailar el ritmo del Totó sobre mi tumba” (Yahaira Plasencia).

“Yo, que he sobrevivido a terremotos devastadores, que he tolerado que me conviertan en el santo patrón de Alianza Lima, no pude soportar la pesada cruz que supone salvar el fútbol peruano” (El Señor de los Milagros).

“Del pozo de los deseos me llegan solicitudes pidiéndome milagros: desde curar enfermedades irremediables hasta cambiar el fútbol peruano. La corona de espinas, los cilicios de púas y las cuerdas de clavos siguen atormentándome” (Santa Rosa de Lima).

“Antes, delincuentes, prostitutas y pervertidos visitaban mi mausoleo y se arrodillaban ante mi tumba; ahora vienen devotos de un deporte que solo les depara decepciones, amarguras y aflicciones. Pero yo no sé nada de milagros; solo quiero dormir en paz(Sarita Colonia).

 

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