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El emblemático Gallito de las rocas está en peligro de extinción
09/08/2016 Nacional

Científicamente se le conoce como rupícola peruviana. Es de tamaño mediano, de unos 35 centímetros. El macho es de un hermoso color rojo anaranjado intenso; ojos anaranjados; patas y pico amarillos; alas y colas negras. La hembra es de color marrón rojizo oscuro.

 
En el Perú está en áreas protegidas como los parques nacionales de Río Abiseo, en San Martín; Yanachaga-Chemillén, en Pasco; Tingo María, en Huánuco; y Manu, en Cusco-Madre de Dios. También en los bosques de protección como Alto Mayo, en San Martín; San Matías-San Carlos, en Pasco; y Pui-Pui, en Junín.
Además, en los bosques de San Ignacio, parque nacional de Cutervo, santuario histórico de Machu Picchu y otros territorios similares, a lo largo de la vertiente oriental de los Andes.
“La conservación de esta especie puede atraer importantes flujos de turistas a las zonas donde se encuentra para observarlo, y producir ingresos económicos a los pobladores locales mediante los servicios turísticos”, sostiene la experta en aves Lucrecia Amado Asmat, quien ha desarrollado un estudio sobre la situación actual de esta ave.
Afirma que sus terrenos de alimentación, reproducción y anidamiento han resultado afectados por acciones muy concretas como la tala de árboles para obtener madera o campos de pasto; la minería ilegal; la construcción de represas y de carreteras.
“Con la destrucción de su medioambiente, el gallito de las rocas ha perdido los recursos que necesita para sobrevivir”, señala.
 
Vida social
Vive en grupos de 10 a 20 individuos. “Pone sus huevos en las hendiduras de los riscos. Es muy raro encontrar un gallito solitario, ya que siempre vive en pequeñas comunidades”, agrega Amado Asmat.
Permanecen ocultos la mayor parte del día y solo salen del bosque en determinadas horas para cumplir con sus necesidades más apremiantes. Ha sido visto en las orillas de los ríos bañándose y tomando agua.
“Hace que el agua penetre entre sus plumas y luego se sacude con movimientos enérgicos”, explica la especialista en aves exóticas.
El cortejo sexual de las rupícolas tiene un especial significado. Los machos se reúnen en sitios denominados ‘cantaderos’ para ejecutar una especie de concurso de baile y canto. Apostados en absoluto orden se ofrecen a las hembras realizando su mejor actuación, en la que la cresta cumple un papel principal porque es la que más las atrae.
Coordinaciones
El célebre librero Juan Mejía Baca fue uno de sus más apasionados defensores. Consideraba que las cejas de selva, que se caracterizan por tener vertientes abruptas, son el mejor espacio para las rupícolas peruvianas.
Pese a todos los esfuerzos que se hacen para preservarlo, su situación es muy crítica. Las disposiciones legales son letra muerta y los inescrupulosos lo comercializan vivo o disecado.
Cada uno puede costar arriba de los 5,000 dólares en el mercado negro. “Es una necesidad que los gobierno regionales y los organismos del Ejecutivo involucrados en la protección de las aves coordinen acciones para salvar al gallito de las rocas del peligro de la extinción”, enfatiza.
 
Admirable plumaje
La rupícola peruviana es el ave nacional del Perú, según resolución suprema 983 del Ministerio de Relaciones Exteriores, del 11 de diciembre de 1941, promulgada en el gobierno del presidente Manuel Prado. Por su incomparable plumaje y por muchas manifestaciones individuales y colectivas, es admirada en el mundo como una de las más hermosas y delicadas aves.
Actualmente se estima que hay unos 3,000 ejemplares por lo que urge su protección a escala nacional.
Esta aves es un gran diseminador de semillas en la Selva, lo que contribuye a la preservación de los bosques. De esta manera ayuda a la regeneración natural de su entorno.
(FIN) DOP
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