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El Rey de la Baraja en Latinoamérica
20/02/2015 Miscelanea

Por: Guillermo Vidalón del Pino.

Un día, el príncipe heredero, aún niño, le preguntó a su padre, ¿es posible alcanzar la justicia social? El Rey de Rombos, perteneciente a la casa de la Corona más ilustrada, respondió: -“Claro que sí, hijo”-. -“Entonces, majestad, ¿por qué existe tanto conflicto?”-respondió el hijo-.

El Rey afirmó, -“Lo primero que tienes que tener en claro es que los conflictos son parte de la vida social, pero no son la parte más importante. Te lo explicaré con un ejemplo, cuando participas de un partido de fútbol a veces surgen algunas discrepancias que terminan en una disputa, pero, el espacio de tiempo destinado al conflicto resulta poco significativo con relación al juego en sí mismo. En cambio, si el conflicto al interior del partido se extiende, se pone en riesgo el juego y el árbitro puede decidir la expulsión de algún jugador o algunos de ellos con la finalidad de retomar el juego. Si el orden no vuelve al campo de juego, el árbitro, inclusive, podría suspender el partido o darlo por concluido. En este escenario pierden todos, porque la finalidad del juego es que los jugadores se diviertan y, por extensión, quienes tengan la oportunidad de verlos jugar.”

El Príncipe retrucó, -Pero, Majestad, ¿cuál es la clave del éxito en el juego y cómo es que a partir de éste se puede alcanzar la justicia social?-

-“Hijo, el juego exitoso es aquel en que lo esencial de las normas del partido se cumplen. Las personas somos humanos, no somos dioses, cometemos errores, pero necesitamos guías, normas de conducta y sanciones que incentiven los comportamientos valorados de manera positiva y se desincentiven aquellos que no lo son. Las normas no deben constreñir el accionar de las personas limitando su libertad, pero la libertad no puede ser la excusa del libertinaje. Otra vez, en el juego de fútbol, muchas veces, por la emoción de ganar se producen roces, faltas y otros entre los jugadores de equipos contrarios. El juez, en este caso el árbitro, decide qué sanción aplicar y reanuda el juego. ¿Quién es el garante de la justicia social en el juego?, el árbitro. Este último representa la ley y todos los partícipes en el juego deben acatar sus disposiciones, por más que puedan discrepar de ellas. Todos entendemos que el juez también puede cometer errores en la aplicación de las nomas. Como verás, las normas se convierten en el escenario ideal donde la justicia social debe desenvolverse, por ese motivo es muy importante contar con normas eficientes, que reflejen la realidad para que cuenten con legitimidad social.

El Príncipe reflexionó, -Majestad, por lo que cuentan las noticias, hay regiones en el reino donde las normas no son acatadas.-

El Rey asintió, -“Efectivamente, en ellas hay que hacer un esfuerzo mayor de comunicación, de diálogo y de persuasión, pero, llegado el momento, también de firmeza en la aplicación de la ley. Los actos de gobierno siempre traen consigo el riesgo del defecto o el exceso en la aplicación de la ley. Una aplicación irrestricta de la norma genera muchas conductas positivas, reafirma el Principio de Autoridad. El mensaje para los súbditos será, ‘La palabra del Rey es confiable’, el riesgo de que se quebrante la norma es ínfimo; por consiguiente, deciden invertir sus ahorros donde les resulte más propicio. Las disposiciones de gobierno se prestigian, por lo tanto, la reputación y la aprobación del rey se incrementan. La justicia social nace de la virtud de los gobernantes y de los súbditos siempre que sean capaces de mantener el orden y la seguridad para garantizar el crecimiento y de generación del bienestar de Baraja.

El Príncipe, -Pero, ¿qué sucede cuando ocurre lo contrario?

El Rey, le alcanza un periódico y le dice, -“a propósito, ayer un visitante me entregó un diario latinoamericano”.

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