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Cuidemos el agua
28/01/2015 Ecologia y Medio Ambiente

Por: Guillermo Vidalón del Pino

En el sur del país la temporada de lluvias se han retrasado y ojalá las actuales precipitaciones sean suficientes y continuas como para atender los requerimientos de agua en muchas zonas de Tacna, Moquegua, Arequipa y parte de Puno, ¿por qué? Porque estamos enfrentando otro “año seco”.  Hace tres años tuvimos excepcionales precipitaciones y pudimos apreciar cómo millones de metros cúbicos de agua por día se desaprovecharon en el mar.  No se tomaron las previsiones del caso y hoy solo resta esperar  que siga lloviendo por lo que resta de la temporada o esperar hasta el próximo ciclo natural de lluvias.

Si analizamos los últimos 60 años de registros 1950-2010, veremos que los fenómenos de abundantes e intensas lluvias, así como de sequías se repiten con cierta periodicidad entre 3, 5 y hasta 10 años. El presente año corresponde al ciclo de bajas precipitaciones o menores lluvias.  ¿La agricultura va a ser impactada por la carencia de lluvias?, sí.  Entonces, ¿por qué hay actividades que se siguen desarrollando pese a no haber lluvias?, porque ellas emplean agua que toman desde el  subsuelo.  Si hubiésemos ejecutado obras de regulación de envergadura para retener el agua en las partes altas de las cuencas, antes de que se desaprovechen en el mar; la incertidumbre sería menor y la disponibilidad de agua sería mayor.

Lamentablemente, hay varias confluencias negativas para la economía del sur; por un lado, el retraso en las precipitaciones; por otro, los precios de los metales han descendido significativamente en el mercado internacional, lo que ocasionará que las empresas mineras tengan menos ingresos y que, por consiguiente, contemos con menores recursos de canon y regalías –la única manera de compensar dicha caída es incrementar la producción- para realizar obras de infraestructura hídrica de gran magnitud, que tienen un costo elevado además de una “maduración” de entre 1 y 3 años.

¿Qué hacer?

Primero, uso racional de la escasa agua disponible. Segundo, planificar las futuras obras y ejecutarlas, sea directamente o a través de mecanismos que faculta la ley, como Obras por Impuestos u otros. Tercero, ser conscientes que desarrollar obras de infraestructura hídrica significa apostar por el futuro de manera planificada.

Por consiguiente, es de la mayor importancia hacer obras de infraestructura hídrica como podrían ser las presas de Yarascay en Sama; Callazas y Calientes en Candarave; Jarumas II en Sama. Si asumimos el desafío que nos pone la naturaleza vamos a hallar una solución, pero trabajando juntos, así administraremos la escasez de agua y el impacto de sus consecuencias.

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