Son pocas las películas que nos atrapan con su poderosa y sobrecogedora gama de sensaciones y sentimientos. EL ÁRBOL DE LA VIDA es una de las mejores representantes de esta categoría. La cinta de Terrence Malick, nominada en los últimos premios Oscar en las categorías de mejor director, mejor película y mejor cinematografía, escapa a los habituales estándares del cine comercial y a la vez muestra un despliegue visual e interpretaciones dignas de los más grandes proyectos.
Brad Pitt y Sean Penn son nombres que no necesitan ninguna presentación. Estos gigantes del cine se unen a Jessica Chastain, candidatas se año al Oscar a mejor actriz de reparto, para dar vida a la apasionada visión de Mallick, director provocador, admirado y odiado, pero que sin duda no deja indiferente a nadie con sus películas. Un autor a carta cabal que despliega toda su artillería visual para entregarnos historias poderosas e inolvidables. Allí están como ejemplo cintas como Días Del Cielo, El Nuevo Mundo y La Delgada Línea Roja, cuya calidad e inspirada dirección provocó grandes reacciones en su momento.
Director tan respetado como hermético (prácticamente no existen fotos públicas suyas), esta vez Mallick se traslada a los años 50 y nos presenta a una familia estadounidense, centrándose en Jack, el hijo mayor, a quien posteriormente veremos en su etapa de hombre adulto interpretado por Sean Penn. Así seremos testigos del camino que lo lleva desde la inocente infancia hasta una madurez plagada de cuestionamientos. Durante este tránsito se preguntará por el violento comportamiento de su padre (Brad Pitt), la amorosa naturaleza de su madre (Jessica Chastain), la muerte de su hermano y su propia lucha por encontrar un significado a la vida, para lo cual Mallick incluso viaja a la misma creación del universo, con dinosaurios incluidos.
Como un árbol que se bifurca y complejiza al crecer, lo que tenemos frente a nosotros es un relato que toca a cada individuo de una manera muy personal al abordar temas que van desde lo más íntimo y profundo hasta compararlo con un ballet sideral de escala cósmica. Es justamente en estas escenas, que representan el caos de la formación del universo en una serie de imágenes tanto bellas como asombrosas, que se revela muy nítidamente el lenguaje cinematográfico de Mallick y para el cual contó con los mismos expertos en efectos visuales de The Matrix y la fotografía del nominado al Oscar Emmanuele Lubezki.
Una película que nos demuestra que el cine puede ir más allá, convirtiéndose en vehículo para descubrirnos a nosotros mismos y quedar maravillados en el proceso. Sin duda una de las películas que más discusiones generará este año. No se quede fuera del debate y no pierda esta oportunidad única de ver El Árbol de la Vida, un evento cinematográfico que no lo dejará indiferente
