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El gran ‘Cantinflas’
12/08/2011 Espectáculos

Hoy se conmemora el centenario del nacimiento de Mario Moreno, “Cantinflas”. Este Búho recuerda de manera entrañable al gran cómico. En el mítico cine Mirones, de chibolos no nos perdíamos sus películas en la platea baja.

“Si yo fuera diputado”, “Un quijote sin mancha” y “Allí está el detalle”, entre otros títulos de su vasta filmografía, casi todas dirigidas por el director mexicano Miguel M. Delgado. Inclusive nos íbamos al cercano cine Fantasía en Breña, donde también proyectaban muchas películas mexicanas y, sobre todo, la del famoso cómico.

Su hablar enrevesado y de palabras rebuscadas, pero que no decían absolutamente nada, se hizo clásico al punto que se llamó “cantinfladas” al arte de hablar en difícil, pero sin transmitir ninguna idea. También “los pantalones de Cantinflas”, esos anchotes y que se le caían y le llegaban debajo de la cadera, sostenidos por unos tirantes que daban risa.

Era considerado el Chaplin latinoamericano y Mario Moreno nunca negó la gran influencia de Charlot en su trabajo, al punto que adaptó “El circo” de Chaplin. Ya millonario, hizo innumerables donaciones a orfanatos e instituciones de ayuda a la niñez, por la que fue ídolo de los infantes.

En 1994 conocí al periodista que le hizo la última entrevista al gran actor. El peruano Marcos Mendoza Chávez, más conocido como “Mendocha”. A inicios de los 90, fue enviado especial a México DF con el objetivo de entrevistar a varios artistas de telenovelas y cantantes.

Pero secretamente “Mendocha” se propuso lo que parecía imposible: entrevistar a Mario Moreno Cantinflas, quien ya no concedía entrevistas. “Me mentalicé y, antes de viajar, compré un plato de plata con motivos incaicos en la avenida La Marina. Al llegar llamé a su secretaria personal y le dije: “Soy periodista del Perú y mi diario eligió a Don Mario Moreno como el mejor comediante de todos los tiempos. Tengo en mis manos el máximo trofeo y se lo quiero entregar en sus manos a nombre de todos los peruanos. Solo he llegado a México para esta comisión”. La señora, muy amable, me dijo: “Bueno, el señor Mario Moreno no vive en México, sino en Houston. Pero déjeme el teléfono de su hotel y si se comunica conmigo, se lo haré presente para que me autorice recibir el trofeo en la oficina”.

Le imploré que era muy importante para el país que sea el mismo Mario Moreno el que debía recibirlo, pues la foto iba a estar en la primera página del diario de más tiraje, en ese momento, en el Perú. Después de dos noches, recibí la llamada en mi hotel, diciéndome que me comunique con la secretaria del genio.

“Señor Mendoza, tiene suerte. Don Mario solo vendrá a México en su avión privado para atenderlo, pero sepa que solo serán 11 minutos de entrevista. Ni un minuto más. Aquí está la dirección donde lo recibirá”.

Le recé a la virgencita de Guadalupe y un fotógrafo de un diario mexicano casi me besa los pies cuando le pedí que me acompañe a tomar las fotos. Es que el cómico no daba entrevistas a nadie, ni a los medios de su país. Fueron exactamente 11 minutos. Era alto, me sorprendí de eso. Me dijo “si tuviera todos los poderes de la tierra, haría que la humanidad quiera y valore a los niños del mundo. Sobre todo, a los que sufren hambre”.

Le entregué el plato recordatorio y me abrazó tiernamente. Fue un momento indescriptible para mí”. Regresó inmediatamente a Houston, donde su ama de llaves, la señora Ivanova, con la que convivía y tenía un hijo, lo denunció en un juzgado norteamericano.

Antes que le hagan juicio en USA, don Mario volvió inmediatamente a México, donde se guardó bajo siete llaves y no recibía a nadie, hasta que murió el 21 de abril de 1993. Tengo fotos de esa inolvidable experiencia periodística. Fui el último hombre de prensa que entrevistó a un extraordinario actor”. “Mendocha” tuvo la primicia de su vida. Apago el televisor.

FUENTE: EL TROME

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