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EL PERDÓN DE SERGIO MARKARIÁN
25/06/2011 Deportes

Para nadie es desconocido que el problema de indisciplina en el fútbol peruano es de antaño, se remonta por lo menos desde los años cincuenta. Las escapadas de Valeriano López y Barbadillo de las concentraciones eran muy conocidas y hoy forman parte de los anales de la historia del fútbol peruano. Al respecto, el periodista Erick Osores dice lo siguiente: “Lo que pasa es que ahora los jugadores están más expuestos a la prensa, a diferencia de antaño que sólo habían cuatro o cinco medios, de ahí que no se supiera mucho de futbolistas indisciplinados”.

Por su parte, el poeta, periodista y profesor universitario Eloy Jáuregui refiere: “En mis tiempos habían unos “monstruos” como Cesar Cueto o Roberto Challe que con tanta belleza regada en las canchas uno se olvidaba por completo de su vida privada, pero ahora estos chibolos están mal, espero que se den cuenta que el futbol es una profesión muy corta y de verdad digo como hincha que soy, ojalá cambien porque son parte del futbol, yo como pelotero y buen amante de este deporte quiero que triunfen”.

Quizás convenga hablar más de rendimiento que de arte y más que de rendimiento, de resultados. Resultado, indisciplina y medios de prensa conforman una triada indisoluble, pero el primer componente será en última instancia el factor determinante. Prueba de ello es lo sucedido en las eliminatorias pasadas, en el cual el Perú le empató a Brasil. Los jugadores más representativos, Claudio Pizarro, Jefferson Farfán, Santiago Acasiete y Andrés Mendoza, se dirigieron al Hotel de San Isidro a festejarlo, a pesar de que dos días después les esperaba un compromiso difícil en el estadio Atahualpa en Quito, Ecuador.

Como sabemos, en el fútbol peruano hay empates con sabor a triunfo, triunfos con sabor a derrota y, aunque nos duela mucho decirlo, derrotas con sabor a triunfo. El resultado contra Brasil era un empate con sabor a victoria; los jugadores se fueron a de juerga a celebrarla, con la certeza de que ésta los exoneraba de cualquier sanción. Sin embargo, no previeron un resultado nefasto ante Ecuador (0-5). Antes de este encuentro los medios de prensa no habían difundido los actos de indisciplina cometidos por los jugadores mencionados. Si Perú hubiese obtenido un resultado positivo, posiblemente no se habría ventilado lo ocurrido en el hotel. Es decir, la derrota los delató. José del Solar, técnico de la selección peruana, tomó la decisión de no convocar a los sancionados nunca más. A juzgar por el último lugar que ocupó Perú en las eliminatorias mundialistas Sudáfrica 2010, nos queda la duda de si no se trató más bien de un castigo impuesto a la selección peruana.

Cuando parecía que los jugadores convocados se habían compenetrado con la propuesta del nuevo técnico de la selección peruana, Sergio Markarián, tres de ellos incurrieron en actos de indisciplina. Pero ésta es una historia distinta. Aún siendo últimos en Sudamérica, no cabría hablar de derrota con sabor a triunfo, ni siquiera con sabor a empate. No sabemos si Panamá es más que Perú; de lo que estamos seguros es que se trata de un equipo de mucha menor jerarquía que Brasil. Era, pues, una derrota con sabor a derrota. Sin embargo, Jefferson Farfán, Reimond Manco y John Galiquio no lo entendieron así y se fueron de madrugada a divertirse al casino Veneto en Panamá. Los tres jugadores fueron separados de la selección nacional por el propio Sergio Markarián. Seis meses después de sancionarlos, el técnico uruguayo los perdonó.

Ahora bien, ¿procedió bien al perdonarlos? Consideramos que el error no está en el perdón sino en la sanción. El técnico charrúa se dejó ganar por la ira del momento y les impuso un castigo mayúsculo. “Ellos no van a estar en las próximas convocatorias” señaló. No sopesó la gravedad de la falta de los jugadores. No es lo mismo irse de farra en una eliminatoria mundialista que en una gira para jugar partidos amistosos. Sus propias palabras le colocaron una camisa de fuerza a sus decisiones futuras sobre el asunto. Eso explica la razón por la cual recurrió a la semana santa para levantarles las sanciones. Al ser éstas implacables, no le quedaba otra que recurrir al perdón divino. Errar es humano, perdonar es divino. Erraron los jugadores al irse de juerga, se equivocó el técnico al excederse en las sanciones. Dios perdonó a Markarián y Markarián perdonó a los jugadores.

Finalmente, el error de Sergio Markarián se habría evitado si hubiese dejado a la Comisión de Justicia de la Federación Peruana de Fútbol, ente encargado de investigar, evaluar y sancionar los actos de indisciplina, ejercer su función.

Por: Ricardo Vargas Pinto

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