Detrás de las muchachas implicadas en el Rubygate estaba la ambición o la desesperación de padres y hermanos deseosos de encontrar un amigo influyenteque resolviera problemas.
Si faltaba un ingrediente en la investigación abierta contra el jefe de gobierno italiano, Silvio Berlusconi, por presunto tráfico de influencia e incitación a la prostitución de menores, es el de las familias de las aspirantes a frecuentar las residencias del Premier.
De la transcripción de las escuchas telefónicas que reproduce la prensa italiana surge claramente que tanto los padres como los hermanos de las jóvenes las incitaban a participar de las polémicas veladas organizadas por el Cavaliere.
El diario italiano Corriere Della Sera reproduce, por ejemplo, el diálogo entre Roberta, una de las muchachas que asistió a las fiestas en la mansión de Arcore, ubicada cerca de Milán, y su hermano, Stefano:
Roberta: … lo veo sólo el domingo, ¿qué resuelvo en un dÃa? DeberÃa estar dos o tres dÃas en su casa.
Stefano: (Berlusconi) puede resolver buena parte de nuestros problemas…
Roberta: Lo sé, querido
Stefano: .... los de mamá, los tuyos y los mÃos.
“Hay un montón de chicas que te ganaron de mano, Giada, Isabella, Cristina, a ver si te despiertas, hija mÃa”, dice en otra conversación telefónica el padre de Barbara Faggioli, otra de las invitadas a las fiestas, según el mismo diario.
Y está también el caso de Iris Berardi que, evocando una velada con Berlusconi, se queja a su madre por teléfono: “¡Por poco me tuve que poner a llorar para tener lo que tuve hoy!”. Y ella le pregunta: “¿Cuánto te dio? ¿Cinco mil euros?”, a lo que la joven responde: “Siete”.