En nuestro país existe un ecosistema de emprendimiento tradicional y otro innovador. Ambos tienen su mercado, nicho y su propio modelo de negocio. En el caso del tradicional, está más enfocado a los productos del día a día, generalmente con muy bajo valor agregado. Por ejemplo: una zapatería, una cebichería o tienda de abarrotes. Estos pueden innovar; sin embargo, no es su principal prioridad.