Lima, 03 de Mayo del 2025.-En muchas familias hablar de dinero sigue siendo incómodo, incluso cuando los problemas económicos son parte del día a día. El ahorro, por ejemplo, suele postergarse hasta que ya no queda otra opción. Sin embargo, incorporar ciertos hábitos simples —y enseñar su importancia desde casa— puede tener un impacto directo en la estabilidad financiera de todos los miembros del hogar.
No se trata de transformar la casa en una escuela de finanzas, sino de aprovechar situaciones cotidianas para introducir principios que se mantengan en el tiempo. Estos cinco métodos ayudan a que tanto adultos como niños desarrollen una relación más consciente y organizada con el dinero.
El ahorro no es solo una acción económica, también es una habilidad para la vida. Aprenderlo desde temprana edad permite desarrollar autocontrol, planificar metas y valorar el esfuerzo. Cuando este hábito se refuerza en el entorno familiar, los niños lo adoptan como parte de su rutina y no como una obligación externa.
Además, formar este tipo de hábitos desde pequeños reduce el riesgo de malas decisiones financieras en la adultez. Las familias que integran estas prácticas fortalecen su organización económica y transmiten un mensaje claro sobre responsabilidad y previsión.
La educación financiera es la capacidad de comprender y aplicar conceptos básicos relacionados con el dinero: cómo se gana, cómo se gasta, cómo se ahorra y cómo se invierte. No se limita al conocimiento técnico, sino que implica desarrollar hábitos saludables y tomar decisiones informadas que permitan mantener el equilibrio económico personal o familiar.
Desde el hogar, la educación financiera puede comenzar con acciones simples: conversar sobre prioridades de gasto, planificar compras, establecer metas y enseñar con el ejemplo. Estos comportamientos construyen las bases de una vida económica más estable y predecible.
Una forma básica pero efectiva de enseñar administración consiste en dividir el dinero en tres partes: para gastar, para ahorrar y para compartir. Esta lógica puede aplicarse con sobres, frascos o categorías digitales. Lo relevante es que cada ingreso tenga un propósito claro.
El ahorro se vuelve más significativo cuando se conecta con un objetivo. Ya sea comprar un juguete, financiar una salida o mejorar algo en casa, visualizar el avance —con tablas, dibujos o frascos transparentes— aumenta el compromiso, en especial entre los más pequeños.
La mesada puede usarse como una herramienta para enseñar administración. Permite que los niños tomen decisiones, organicen su dinero y enfrenten las consecuencias de sus elecciones. Lo fundamental no es la cantidad, sino la constancia y el acompañamiento de los adultos.
El dinero no debe parecer algo automático. Asignar ciertas tareas adicionales con recompensa ayuda a comprender que el ingreso se genera con esfuerzo. Este método refuerza el valor del trabajo y permite que los niños aprendan a valorar más lo que consiguen.
El ejemplo cotidiano es una de las herramientas más efectivas en la educación financiera. Los niños replican comportamientos: si ven que en casa se ahorra, se compara precios y se priorizan objetivos, entenderán que el dinero debe gestionarse con criterio.
No hace falta aplicar todos los métodos al mismo tiempo. Se puede comenzar por el que mejor se adapte a la realidad familiar. La clave está en mantener el diálogo abierto y crear espacios donde hablar de dinero no sea un tema prohibido, sino parte de la vida diaria.
Como complemento, Caja Arequipa ha desarrollado una infografía descargable que resume los cinco métodos esenciales para fomentar el ahorro desde el hogar. Es una herramienta visual y práctica que puede usarse como punto de partida para iniciar el cambio.
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