Lima, 17 de Abril del 2025.-De acuerdo con reportes de comerciantes, las ventas de pescado, tradicionalmente elevadas durante Semana Santa, apenas han crecido un 20%. Esta baja demanda responde, en gran parte, al difícil contexto económico que atraviesa el país.
“Según datos del INEI, el consumo de productos marinos cayó 12% en 2024 respecto al año anterior, lo que refleja claramente el impacto del alza de precios y la reducción del poder adquisitivo. En contextos como el actual, donde las familias reorganizan sus prioridades, la compra de pescado, incluso en fechas tradicionales, está dejando de ser una opción viable”, explicó Milagros Torres, subdirectora académica de la Facultad de Negocios de Zegel.
Los vendedores señalan que, a diferencia de años anteriores, este 2025 no se ha visto el repunte esperado en las compras. Las cifras indican un estancamiento en las ventas, e incluso retrocesos en algunos puntos. Esto se explica en parte por el ingreso promedio de los trabajadores, que al cierre de 2024 seguía 9% por debajo del nivel prepandemia. Ante esta situación, las familias priorizan gastos y optan por alternativas más económicas.
Por otro lado, la pesca formal también muestra signos preocupantes. El empleo en este sector cayó 6.1% a nivel nacional durante 2024, sumando un segundo año consecutivo de contracción. En 2023 ya se había registrado una disminución del 9.9%. Es decir, el rubro atraviesa una crisis sostenida que impacta tanto en la economía como en la seguridad alimentaria.
La situación en el norte del país, especialmente en Paita, revela aún más la gravedad del problema. Los pescadores artesanales denuncian escasez de especies, reducción de personal y un marco legal desfavorable que obstaculiza sus faenas. De acuerdo con Sonapescal, los pescadores ahora sacan entre 10 y 20 kg al día, cuando antes la cifra aumentaba entre 100 y 200 kg.
Entre las causas figuran los efectos del cambio climático y las alteraciones de las corrientes marinas, que han desplazado a especies clave como la cachema, el bonito o la merluza hacia zonas inaccesibles. Además, muchas de estas especies están en veda o no alcanzan los volúmenes necesarios para el consumo regular.
“Estamos frente a una tormenta perfecta: menor oferta por causas naturales y menor demanda por factores económicos. Esta combinación golpea no solo al pescador, sino también a toda la cadena comercial, desde el mercado mayorista hasta el consumidor final”, agregó Torres.
En los mercados de la capital, la sensación es la misma: ventas por debajo de lo habitual. La falta de poder adquisitivo, la inseguridad y las extorsiones también han golpeado duramente al comercio. Así, en medio de Semana Santa, un alimento tradicional como el pescado se convierte en un lujo para muchas familias peruanas.