Sábado, 22 de Marzo del 2025
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Festival Argerich #3 : un Tiempo mágico con Chopin By Sébastien VACELET

Publicado el 11/08/23

Festival Argerich #3 : un Tiempo mágico con Chopin
By Sébastien VACELETFestival Argerich #3 : un Tiempo mágico con Chopin

By Sébastien VACELET bybattaglia.com
BUENOS AIRES, ARGENTINA, 22 de julio de 2023

El 3er encuentro del Festival Argerich 2023 contó con la presencia del concertista Sergio Tiempo como única figura, el cual mostró su saber pianístico, para realizar una velada dedicada a Chopin.
Sergio Tiempo es, por su virtuosismo y precisión estilística que caracterizan su interpretación, uno de los más destacados concertistas internacionales del momento. En su anterior visita al Teatro Colón, con motivo de la despedida del maestro Enrique Arturo Diemecke, había dado a conocer al público argentino su brillante interpretación de la famosa Rhapsody in Blue de Gershwin, evento ya comentado en Bybattaglia.
Lo descubrimos para esta noche en un repertorio completamente diferente: un diálogo inspirado e íntimo con uno de sus maestros, el inigualable Chopin.

Sin Martha pero con Chopin
Sergio Tiempo (51 años), ex alumno de Martha Argerich, es un intérprete que, como aquel a quien está íntegramente dedicado este festival, se interesó mucho por el repertorio de Chopin. No se trata, sin embargo, de un reencuentro con motivo de esta velada chopiniana entre Martha Argerich y su emulador. Este último interpreta como solista piezas que se sabe perfectamente de memoria, interpretando así sin partitura tres de los Preludios (el primero y los N° 8 y 15) así como las Sonatas N° 2 y 3. Son piezas que domina tanto más cuanto que han sido grabadas por él, como lo demuestra su amplia discografía. Uno de los Nocturnos (N° 4) y una de las Baladas del mismo Chopin (N°4 también) completan un programa cuya coherencia y unidad se destacan bajo el alto mecenazgo del compositor polaco pero también bajo el signo de la herencia y quizás la complicidad que Martha Argerich y Sergio Tiempo comparten a través de Chopin.
Martha Argerich y Sergio Tiempo comparten en sus respectivas interpretaciones tanto una gran facilidad en el ejercicio del virtuosismo como un agudo sentido de los contrastes y las pausas, orientados por su respectiva sensibilidad. Armado con estas cualidades, Sergio Tiempo emprende este viaje a las tierras de Chopin. Es un viaje plagado de escollos ya que las dificultades técnicas son numerosas y forman, entre otros elementos, la seña de identidad y la reputación del repertorio de Chopin.
Una lección de estilo
En la Sonata N° 2 en Si bemol menor, Op. 35, entre firmeza y flexibilidad, la interpretación elegante de Sergio Tiempo se distingue por su ligereza envuelta en sensualidad. Así, el 1er movimiento se transforma en un hermoso ejercicio de concentración en la búsqueda permanente de matices, especialmente en los volúmenes. De la suavidad algodonosa del 2º movimiento se escapan sutiles juegos de contrastes. El 3er movimiento, un hit en la producción de Chopin, ve eclosionar graves con una profundidad fúnebre que ensalza, sin exagerar el volumen, la famosa «marcha» que deben puntuar. De esta lentitud en la ingravidez nace, desde el punto de vista de la melodía, una delicadeza angelical. A la profundidad se une el resplandor y la brillantez que augura un último movimiento enérgico y en busca de la verticalidad celestial.
De los tres Preludios interpretados emergen precisión y docilidad de la manera de tocar de Sergio Tiempo. El ensamblaje que une las piezas N° 15, 8 y 4 (en ese orden), establece un juego de contrastes rítmicos y volumétricos que marca claramente el carácter heterogéneo de estas piezas. La languidez etérea de la última (N°4), otro morceau de bravoure de la producción de Chopin, formando una apoteosis en la emoción nacida de la interpretación del solista. La secuencia con el Nocturne N°4, ligero y fugaz, refuerza esta hermosa idea de mirada caleidoscópica a la gran obra del compositor. La Balade N°4, en este continuo del número 4, finalmente revela matices de géneros y atmósferas que hacen de este viaje lo que los franceses llaman una “balade” (el género poético y musical se escribe “ballade”), con la ligereza y la despreocupación, y quizás la falta de una meta bien definida, que induce esta palabra.
En la segunda parte de la velada, cuando el afinador acaba de terminar la precisión del Steinway de concierto, emergió la Sonata para piano n.º 3 en Si menor, Op. 58, aquí fue la oportunidad para que el solista se sumergiera en las entrañas del instrumento, revitalizado por formas líricas estáticas. Multitud de colores y estructuras se desvanecieron en favor de una ambición más global donde la manifestación de contrastes y convulsiones (4º movimiento) vence a la libre expresión de la pureza, a través de la melancolía y languidez que acababan de resaltar el movimiento precedente.
Sergio Tiempo, tanto poeta como narrador en su pintura musical del mundo de Chopin, sensibiliza y conmueve a un público que le ovaciona (pero que, quizás, no ha entendido del todo lo que estaba en juego en su ansiado juego de construcción) y lo lleva a cabo con brío y gran delicadeza en su interpretación. Aplausos inoportunos entre movimientos o entre piezas que supuestamente dialogaban entre sí, alarmas telefónicas y notificaciones también bastante numerosas, tuvieron el efecto, más allá de las molestias ocasionadas al solista, de iniciar este bello intento de contar, capítulo a capítulo, a Chopin, en una encuadernación de época. Un hilo conductor demasiado frecuentemente roto por la negligencia del público, que afortunadamente no nos impidió apreciar la actuación de un concertista de piano de primer nivel.



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