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Bajas laborales por discapacidad: El impacto del dolor lumbar crónico en los pacientes

Publicado el 31/05/22

Lima, mayo de 2022. En el mundo, 8 de cada 10 personas pueden presentar dolor lumbar al menos una vez en su vida.[i] De no tratarse adecuadamente, esta afección puede extenderse incluso por más de tres meses, momento en el que se le considera un dolor crónico y como una enfermedad en sí misma. Este es un hecho frecuente, si se toma en cuenta que el dolor lumbar crónico es la primera causa de incapacidad en el mundo2 y, solo en Latinoamérica, se estima que alrededor del 11% de personas lo padecen[ii].

De acuerdo con la doctora Rocío Guillén Núñez, presidente de la Asociación Mexicana para el Estudio y Tratamiento del Dolor y vocal de la Federación Latinoamericana de Asociaciones para el Estudio del Dolor (FEDELAT), el dolor lumbar crónico mengua la actividad física, lo que impacta negativamente en la funcionalidad de las personas que la padecen. “Ello puede impedirle realizar actividades cotidianas como caminar, comer, dormir o incluso socializar, afectando su ánimo y desempeño, lo que condicionaría días de pérdida laboral[iii]”, indica.

Las personas que experimentan dolor lumbar pueden llegar a tener una recuperación completa, pero se estima que de un 10% a 20% desarrollarán dolor crónico y discapacidad. Los trabajadores que llegan a esta etapa rara vez recuperan sus capacidades1, lo que a su vez incrementaría las barreras para acceder a tratamiento adecuado. “En las instituciones públicas, la sobrecarga de trabajo en las distintas áreas requeridas puede retrasar la atención de los pacientes y, si desea tratarse en el escenario privado, los costos de atención a la salud pueden ser una limitante para un abordaje terapéutico idóneo4”, explica la doctora Guillén.

Por su parte, el Dr. Yuri Ochoa, traumatólogo ortopedista del Hospital Nacional Dos de Mayo en Lima, menciona que también se puede crear una barrera desde el ámbito médico si los profesionales de salud no están capacitados en el manejo del dolor lumbar crónico. “Existen programas de educación médica continua que están destinados justamente a que la mayor parte de los médicos de las múltiples áreas médicas podamos manejar adecuadamente estos cuadros de dolor”, comenta.

Sobre las causas, un estudio estima que el 37% de los casos de dolor lumbar a nivel mundial están relacionados a riesgos ocupacionales,[iv] como los oficios que implican alto impacto físico (como es el caso de los trabajadores de construcción), en el levantamiento de peso y movimientos contundentes (como los estibadores y las enfermeras), en posturas incómodas (como los mecánicos), o vibración del cuerpo completo (como los conductores de vehículos).5

Así mismo, los especialistas manifiestan que el sedentarismo o el trabajo monótono también presenta riesgos considerables para desarrollar dolor lumbar crónico[v]. En Perú, por ejemplo, la implementación del teletrabajo durante la pandemia ha causado un aumento del 70% de problemas posturales relacionados con el dolor lumbar crónico, según EsSalud[vi]. “El trabajo con posturas estáticas genera un desequilibrio de tensión del eje muscular de la columna, desencadenando contracturas y procesos degenerativos que pueden ocasionar daño neurológico”, agregó Ochoa.

Para tratar esta enfermedad, el Dr. Ochoa recomienda que el abordaje sea multidisciplinario, que incluya medidas farmacológicas, rehabilitación y terapia física, asesoría nutricional y educación del paciente. Sobre este último punto, el especialista resalta la importancia de que el personal médico —sea de traumatología, ortopedia, rehabilitación física o medicina interna— pueda orientar al paciente para crear hábitos que le permitan prevenir los riesgos y desarrollar mejor su actividad laboral.

Además, los especialistas enfatizan en la importancia de evitar la automedicación, una práctica frecuente entre las personas que sufren de dolor crónico.[vii] “Actualmente, se cuenta con tratamientos innovadores para este tipo de dolor y es importante mantener la adhesión a lo indicado por el médico, así como monitorear la evolución hasta alcanzar el objetivo terapéutico, ya que muchos pacientes abandonan y ello retrasa su mejora; también pueden considerarse tratamientos intervencionistas en casos específicos”, finaliza la doctora Guillén.



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