Jueves, 18 de Abril del 2024 
La pandemia por el coronavirus viene reportando profundas repercusiones en la gente, las empresas y las economías de todo el mundo. Aun habiendo redoblado la asistencia pública a particulares y sociedades, los países tendrán que superar obstáculos para recuperarse de la pandemia, en un contexto de actividad económica reducida y niveles de deuda sin precedentes.
Los economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI), Gerd Schwartz, Manal Fouad, Torben Hansen y Geneviève Verdier, coinciden en manifestar que la inversión en infraestructura será una pieza fundamental de la recuperación.
Sin embargo, reconocen que la escasez de recursos obliga a los gobiernos a gastar con buen tino el dinero de los contribuyentes en los proyectos adecuados.
“Se requiere una buena gestión de la infraestructura, con instituciones y marcos sólidos para planificar, asignar y llevar adelante infraestructuras públicas de calidad”, afirman en su libro Well Spent : How Strong Infrastructure Governance Can End Waste in Public Investment (Bien gastado: cómo una sólida gobernanza de la infraestructura puede acabar con el desperdicio en la inversión pública).
En ese documento explican lo que los países pueden hacer para diseñar un buen modelo de gestión de infraestructura con el objetivo de evitar que la inversión pública se destine a infraestructuras caras y de mala calidad, con escasos beneficios para las personas y la economía.
“Los proyectos suelen ser complejos, de gran envergadura y largo plazo, características que son caldo de cultivo para la corrupción, las demoras y el sobrecosto. Para poner fin a este desperdicio, es crucial contar con una sólida gestión de la infraestructura”, aseveran.
Nuestro análisis, añaden, demuestra que los países, en promedio, echan a perder aproximadamente un tercio del gasto en infraestructura. “Estas pérdidas pueden superar el 50% en los países de bajo ingreso, un hecho alarmante”.
Hay un potencial por aprovechar, en la medida en que los países se recuperan de la pandemia, subrayan.
“La pérdida de eficiencia y el desperdicio, afortunadamente, no son inevitables. Según nuestras estimaciones, más de la mitad de las pérdidas podrían compensarse con mejoras en la gestión de infraestructura”, enfatizan.
Refieren que la recuperación económica en un escenario poscoronavirus brinda a los países una oportunidad única para tender un puente al futuro, por medio de una infraestructura pública bien diseñada e implementada.
La inversión pública destinada correctamente a estimular la débil demanda agregada puede ayudar a impulsar un crecimiento más inclusivo, reducir la desigualdad y generar oportunidades económicas para todos.
“La inversión en sistemas de salud e infraestructura digital y respetuosa con el medioambiente puede mejorar la vida de las personas, conectar mercados y ampliar la resiliencia de los países al cambio climático y pandemias futuras”, consideran.
También señalan que los países deberán incrementar la inversión pública para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y las economías avanzadas, abordar el envejecimiento de infraestructuras como carreteras y puentes, y los sistemas de salud.
No obstante, cada dólar gastado debe contar; si se gasta más en infraestructura, los países deben gastar mejor y de forma más inteligente para que la rentabilidad sea lo más alta posible.
El libro, basado en una labor analítica y de desarrollo de las capacidades del FMI, incluidas las Evaluaciones de la Gestión de la Inversión Pública (PIMA, por sus siglas en inglés) llevadas a cabo en más de 60 países, ofrece una hoja de ruta para avanzar en la consecución de importantes resultados de calidad en infraestructura.
