Jueves, 25 de Abril del 2024
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Un cadáver también puede ser contagioso y obliga a llevar un protocolo especial

Publicado el 27/03/20

Al drama de las muertes por coronavirus se ha sumado, desde hace algunos días ya, un problema extra: las funerarias están teniendo problemas para hacerse cargo de los cadáveres. Y no sólo porque, por desgracia, estén teniendo más trabajo del que desean. Es que hay que tener ciertas precauciones, que no son sencillas en estos momentos.

Las empresas y los trabajadores están pidiendo que se les aseguren equipos de protección individual, pero ¿existe alguna razón de carácter científico-técnico, o es una precaución exagerada?

La respuesta corta, simple y sencilla es: se está haciendo lo que se debe hacer. En las circunstancias actuales, es una cuestión de salud pública, porque los cadáveres de los fallecidos por coronavirus pueden transmitir el contagio.

Un infectado por coronavirus tiene partículas virales, esto es algo obvio. Y un fallecido por coronavirus, como también es obvio, sigue teniendo el virus en su interior. Los virus, no sólo el coronavirus, permanecen en los tejidos durante un periodo de tiempo después del deceso. En el caso del coronavirus aún no está claro cuánto tiempo, ya que todo es nuevo, pero que permanece sí es seguro.

Pero es que, además, la carga viral de un fallecido es alta. Si alguien fallece a causa de una infección, la cantidad de patógenos en su organismo es alta, que es lo que mide la carga viral – a grandes rasgos y con matices, pero nos sirve para entendernos. Recordemos que una de las apreciaciones de los expertos desde que se extendió la pandemia es la importancia de la carga viral a la hora de explicar la gravedad en los síntomas de un paciente de coronavirus, independientemente de su edad.

Desde un cadáver el virus puede pasar a los técnicos y trabajadores de la funeraria, a los familiares que velen el cadáver – otra actividad que tampoco se está permitiendo – y a tantos como entren en contacto con él.

También podría ser que actuase de reservorio del virus (hospedador de largo plazo de un patógeno que causa una enfermedad infecciosa) que se quedase latente en los cadáveres. Es poco probable, muy poco, pero en estos casos es mejor no arriesgarse teniendo en cuenta la poca información aún existente sobre el coronavirus.

De hecho, es la razón tras el malestar de parte del gremio de las funerarias, quienes en muchos casos no están seguros de si todos los cadáveres que deben manipular están infectados por covid-19,por lo que solicitaron una mejora en los protocolos. 

El protocolo establecido a una víctima por coronavirus

En este sentido, las reglas son estrictas: una vez se ha producido el fallecimiento, el personal asistencial que haya estado administrando los tratamientos o cuidados al fallecido (tanto en hospitales como en residencias) es responsable de introducir el cuerpo bien en una “bolsa sanitaria estanca” o bien en “un doble sudario de plástico” y en ambos casos se debe pulverizar con desinfectante para evitar dejar cualquier rastro del virus.

El protocolo prohíbe a su vez hacer autopsias o recoger muestras del cadáver, y cuando se trate de cadáveres con confirmación, en investigación o sospecha evidente de enfermedad COVID-19, el personal deberá llevar “equipos de protección personal”. Una vez se haya trasladado el féretro, las autoridades obligan a introducirlo en cámaras frigoríficas aisladas del resto hasta la incineración o enterramiento.



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