Jueves, 28 de Marzo del 2024
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Rusia empieza a probar una vacuna contra el coronavirus

Publicado el 20/03/20

Con un total de 199 infectados en todo el país por el coronavirus a día de hoy y una única muerte, el Centro de Virología «Véctor» de Novosibirsk (Siberia) ha empezado a probar una vacuna contra la enfermedad. Así lo asegura el órgano de control ruso, Rospotrebnadzor. Según la información difundida, las pruebas se están realizando en animales de laboratorio, en primates concretamente, y se espera que esté lista para su empleo en seres humanos hacia octubre-noviembre del presente año.

«Los especialistas deberán antes determinar los prototipos más seguros y eficaces del medicamento y comprobar su capacidad para provocar una respuesta satisfactoria del sistema inmunológico», señala Rospotrebnadzor. Una vez se haya conseguido, tendrán que establecerse la dosis y el método de administrar el medicamento. Estados Unidos y China desarrollan también una vacuna contra el COVID-19.

Estas esperanzadoras noticias contrastan con otras menos halagüeñas. Según el canal de televisión ruso «Star», que citaba testigos presenciales, el jueves se produjo en el aeropuerto de la ciudad siberiana de Krasnoyarsk una avalancha de pasajeros que causó varios heridos leves a la salida de la terminal de llegadas. Se trataba de las personas que habían llegado en tres vuelos internacionales y esperaban en una larga cola que funcionarios del Rospotrebnadzor les registrasen para hacer seguimiento de la cuarentena domiciliaria de 14 días que todos deberán ahora observar.

Pero hartos de esperar, un grupo de pasajeros se abalanzaron sobre el resto de la fila con la intención de alcanzar la salida de la terminal sin tener que rellenar el formulario exigido por las autoridades. Turistas rusos están teniendo enormes dificultades para regresar a su país por la cancelación de vuelos en todas partes. Muchos llevan días atascados en diferentes aeropuertos del mundo y lo único que desean es volver lo antes posible a sus casas.

Acceso cerrado

Los extranjeros tienen desde hace días cerrado el acceso a Rusia, pero los rusos, independientemente de la zona desde donde viajan, deben someterse a un autoaislamiento de dos semanas como medida de prevención contra el coronavirus. Para ello, están obligados a dar constancia documental de su llegada y facilitar su identidad y domicilio para hacer un seguimiento que permita controlar que, en caso de que traiga la enfermedad desde fuera, no se la contagie a otros y él mismo sea sometido a tratamiento.

Con tan sólo dos casos de COVID-19, detectados en dos ciudadanos chinos a finales de enero, Rusia cerró ya entonces su frontera terrestre con China y dejó de despachar visados a sus nacionales. Tan tajante medida parecer haber surtido efecto, ya que, el mayor país del mundo con una población de más de 145 millones de habitantes, es uno de los que tienen la tasa más baja de propagación del virus en el mundo. Hasta el 6 de marzo, se habían contabilizado solamente 10 casos. Pero la cifra ha ido aumentando y en dos semanas se ha situado en 199 infectados. La única muerte se produjo ayer jueves. Fue una mujer moscovita de 79 años con varias enfermedades crónicas.

Los eventos públicos seguirán suspendidos por el momento, incluyendo las competiciones deportivas, y se ha ordenado el cierre de teatros, salas de concierto y museos. Saltarse una cuarentena pude suponer hasta cinco años de cárcel. Los colegios estarán ya cerrados a partir de la semana que viene mientras las empresas e instituciones oficiales tienden a priorizar que sus empleados trabajen desde casa, siempre y cuando sea posible.

Lo que no se ha hecho todavía es decretar un confinamiento general de la población en sus domicilios. Las fronteras terrestres de Rusia con casi todos sus vecinos, incluyendo también a Bielorrusia, han sido clausuradas. Por otro lado, el Gobierno ruso comienza hoy a monitorear las existencias de productos de alimentación y medicamentos y sus precios para evitar abusos, anunció ayer el primer ministro, Mijaíl Mishustin. Según sus palabras, se vigilará que «no haya estantes vacíos en las tiendas». Los comerciantes obtendrán además préstamos para crear reservas de alimentos y medicinas.



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