Viernes, 19 de Abril del 2024
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Irán y América Latina

Publicado el 08/01/13

Cuando cerraba el 2012, el Presidente de EE.UU. dictaminó una ley para contrarrestar los avances diplomáticos de Irán en Latinoamérica.

Los más importantes de dichos dispositivos se mantienen en secreto, aunque se ha dejado entrever un especial cuidado para supervisar el ingreso de cualquier persona asociada a Irán o a sus grupos afines del Medio Oriente.

En Washington hay cierto recelo por el hecho que Teherán, un actor antes casi inexistente en las Américas, ya cuenta con once misiones diplomáticas en Latinoamérica: México, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Chile, Bolivia, Argentina, Uruguay, Colombia y Venezuela. El presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad ha hecho varios viajes a dicha región y también ha recibido a mandatarios del ALBA en su capital.

Una de las inquietudes que tiene la Casa Blanca es acerca de la posibilidad de que el eje Caracas-Teherán busque generar una suerte de ‘alianza antiimperialista’. Históricamente no han habido muchas relaciones entre América Latina e Irán. Los pocos inmigrantes que han venido a Latinoamérica desde el mundo mayoritariamente musulmán han llegado del Medio Oriente árabe (aunque la mayoría de ellos han sido o son cristianos o judíos).

Muy pocos persas se han asentado en dicha región, la misma que, sin embargo, sí ha recibido influencias culturales del actual Irán. El monoteísmo de los judíos, cristianos y musulmanes tiene una de sus raíces en el filósofo persa Zoroastro. La zanahoria que comemos proviene de esa región y la fiesta del 25 de diciembre que acabamos de festejar globalmente originalmente se daba para conmemorar el natalicio de Mitras, el persa hijo del dios Sol.

Si bien Persia jugó un rol de potencia mundial antes de ser conquistada por Alejandro Magno y luego por los mahometanos, en los últimos dos siglos fue disputada por los imperios ruso y británico para luego convertirse en un peón de EE.UU. hasta que en 1979 su rey fuese depuesto por una revolución islámica. A partir de entonces Occidente trató de contrarrestar a los ayatolas armando y empujando al Irak de Hussein contra ellos en la guerra de 1980-88, la cual produjo un millón de muertos.

Tras ese duro golpe, Teherán ha logrado reflotarse aprovechándose de que EE.UU. derrocase militarmente a dos regímenes hostiles vecinos suyos (Afganistán e Irak) y poder tener en ambos países y en sus gabinetes partidos armados socios suyos.

Hoy Teherán percibe que el verdadero objetivo de la guerra civil siria patrocinada por Occidente y las petro-monarquías arábigas es quebrar a Irán y a su arco de aliados que van desde el Hamas palestino, el Hizbola libanés, Siria, Irak y la oposición chiíta en los países arábigos del golfo Pérsico.

Por ello Irán requiere de nuevos contrapesos a EE.UU. En su ‘patio trasero’, mientras que varias repúblicas latinoamericanas deseosas de tener un mundo más multipolar se acercan a Teherán buscando contrarrestar la anterior tan subordinada relación ante Washington.



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