LIMA – Ahora que estamos en el año de las olimpiadas es bueno recordar que nuestra especie no solo es un homo sapiens sapiens sino un homo maratonicus.La competencia de la maratón es una de las más clásicas y duras del deporte. Si bien el nombre que tiene se origina en la batalla de Maratón 490 años a.C, cuando los griegos derrotaron a los invasores persas gracias a la ayuda del mensajero Filípedes quien murió agotado tras haber corrido cientos de kilómetros entre esa playa, Esparta y Atenas.
Sin embargo, lo que se empezó a conocer con tal nombre es, en verdad, el signo distintivo de nuestra especie.
Cuando se busca saber qué innovaciones fueron las que hicieron que los humanos se separasen del resto de simios, se mencionaba al desarrollo de nuestro cerebro, aunque el que tenían nuestros ancestros con 2 a 4 millones de años de antigüedad tenía similar tamaño al de los chimpancés, con quienes compartimos un antepasado común hace 5 a 7 millones de años atrás.
Lo que nos demarcó del resto de nuestros primos primates fue el hecho de que los protohumanos fueron los primeros simios en andar constantemente en dos patas. Esto, a su vez, fue un resultado de un cambio climático.
Los simios al este del valle africano del Rif ya no tenían junglas para andarse trepando por lo que estaban obligados a aprender a caminar bípedamente. Esto les permitía tener una posición alta sobre la maleza para poder desplazarse más rápido y a mayores distancias y ver a sus potenciales depredadores y presas, lo cual, a su vez, le permitió perfeccionar sus manos para que se libren de ser medios de locomoción y se especialicen en la fabricación de instrumentos.
En cambio, los que se quedaron en las selvas al oeste de dicho valle mantuvieron su vida arbórea en tanto que los protochimpancés de una u otra ribera del caudaloso río Congo se bifurcaron en 2 nuevas especies.
Los humanos aprendieron a correr aunque nunca tan rápido como los rumiantes que cazaban, pero su gran innovación fue el que podían correr por más tiempo con lo que al final podían derrotar a sus presas exhaustas.
Nuestros cuerpos se especializaron en la maratón, por lo que perdimos los vellos de los simios a fin de constantemente sudar y mantener largos trotes.
Esa innovación, además, nos obligó a emigrar y colonizar todo el planeta, mientras que el resto de nuestros primos primates se redujo a específicos nichos geográficos y ecológicos.
El uso de instrumentos y del fuego hizo que nuestros órganos digestivos no tuviesen que trabajar tanto por lo que se redujeron y eso, a su vez, hizo que nuestros organismos tuvieran recursos para ir incrementando nuestros cerebros. Los humanos por su propia naturaleza son migrantes, aunque esta tendencia viene siendo coartada en la época en la que crece el mercado global pero también los controles fronterizos.