Todas las potencias occidentales condenan a Gadafi, mientras que Naciones Unidas viene imponiéndole a su régimen una serie de sanciones. La cuestión está en saber si éstas pueden estar dispuestas o no a intervenir militarmente en la guerra civil libia.
El nuevo primer ministro británico, David Cameron, ha planteado ir en esa dirección. Ha propuesto dar armas y dinero a los insurgentes, que los aviones de la OTAN patrullen el cielo libio pudiendo derrumbar aviones de Gadafi y hasta poder enviar allí tropas.
Obama, si bien afirma querer ayudar a los opositores, no cree aún conveniente declarar un veto al gobierno libio a usar su espacio aéreo, en tanto que Rusia, para la cual esa medida es “superflua”, o China pueden ejercer su veto contra una medida de ese corte en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Turquía, el principal aliado musulmán de Occidente, rechaza esa posibilidad.
En la última década los ejércitos anglo-americanos han ocupado 3 regiones musulmanas: las de la ex Yugoslavia, Afganistán e Iraq. En la primera contaron con la simpatía de la población mahometana local (bosnios y albaneses kosovares) quienes vieron en la OTAN a un aliado suyo contra Serbia. Sin embargo, las dos últimas guerras han generado muchas resistencias dentro de los musulmanes de esos países, así como dentro del 1,500,000 de ellos que hay en el mundo. Además éstas han producido demasiadas pérdidas humanas y materiales, el descrédito de los EE.UU., el crecimiento del “antiimperialismo” musulmán y latinoamericano, y una presión interna dentro de las mismas potencias ocupantes (la cual ayudó a que todos los mandatarios que lanzaron la invasión a Bagdad hayan perdido sus cargos).
Debido a que la OTAN está empantanada en Iraq y Afganistán, ésta ha sido incapaz de bombardear Irán o Corea del Norte (quienes se vienen dotando de plantas o armas nucleares) y de frenar el crecimiento de Al Qaeda.
La tesis de intervenir militarmente en Libia puede ser vista con simpatía en diversos círculos conservadores occidentales como una forma de querer controlar las rebeliones árabes en curso y también para seguir el caso iraquí de abrir el paso a una serie de corporaciones que se encarguen de conseguir contratos bélicos y posbélicos en Libia, cuya riqueza petrolera es similar a la de Venezuela. Aunque la oposición haya tomado como su bandera la de la depuesta monarquía libia y que varios de sus sectores pidan una intervención militar extranjera, si ésta hoy se produjera Gadafi podría sacar provecho de ella para querer transformarse en el adalid de la resistencia nacional concitando cierto respaldo dentro de su país y del mundo musulmán y generando una nueva ola de atentados, como el que se dio el miércoles 2 en Frankfurt.
Chávez ha conseguido el aval de la Liga Árabe para generar una comisión internacional mediadora entre el régimen y la oposición, la cual ha sido saludada por Gadafi buscando ganar tiempo y romper cercos diplomáticos.