Viernes, 19 de Abril del 2024
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El túnel que abrió Túnez

Publicado el 07/02/11

El 14 de Enero cayó la dictadura de Ben Alí, quien gobernó Túnez desde 1987, dos años antes que cayera el muro de Berlín.

Entre las protestas que fueron tumbando gobiernos como fichas de dominó en el antiguo bloque pro-soviético y entre las que hoy sacuden a varias longevas autocracias musulmanas se pueden encontrar algunos elementos comunes: su carácter masivo, espontáneo y anti-autoritario, que debilita y neutraliza a las FFAA y que se contagia por toda su región.

No obstante, hay significativas diferencias entre los levantamientos populares que se dieron dentro del antiguo Pacto de Varsovia a fines de 1989 con los que se vienen dando a comienzos del 2,011 en la Liga Árabe.

En los primeros, la movilización fue contra dictaduras de un partido único comunista que regían economías estatizadas y planificadas. En éstas el dinero no servía tanto para crear capitales o empresas privadas sino como una unidad contable. Allí la vivienda, el empleo y la educación estaban garantizadas casi de por vida y para todos. No obstante, la población cuestionaba la escasez o baja calidad de sus productos, el Estado policial y los privilegios de la Nomenclatura.

En Europa oriental las mayorías responsabilizaron al ‘socialismo’ de sus penurias mientras que veían con envidia que al oeste de su continente la población tenía mayores ingresos y libertades, y mejores y más variados productos. Por ello éstas se volcaron a apoyar a las corrientes e iglesias pro-occidentales, incluyendo a los socialdemócratas. En cambio, quienes postulaban una salida izquierdista queriendo ‘democratizar’ e ‘internacionalizar’ el plan, quedaron muy marginados.

La desintegración del bloque soviético implicó la mayor victoria que haya tenido el capitalismo liberal, la reunificación alemana y con ello la creación de la gran Unión Europea y la hegemonía global de EEUU.

En los segundos, sin embargo, los levantamientos sociales se dan contra autócratas pro-occidentales. Todas ellos dominan capitalismos entrelazados con corporaciones europeas o norteamericanas. A diferencia del ex ‘bloque socialista’, quien tenía menores niveles de desigualdad social, el mundo árabe es uno de los más socialmente polarizados del mundo y que contiene altas tasas de miseria y desempleo.

Las tiranías que sienten la sacudida no son tanto las nacionalistas de Siria o Libia, sino las que han estado más ligadas a los EEUU como Túnez, Egipto, Jordania o Yemen. Los sindicatos han jugado un rol importante en Túnez y ello podría extenderse.

Por otra parte, si bien en las movilizaciones árabes no hay un marcado acento islámico, allí operan fuertes corrientes nacionalistas que quisieran un tipo de república musulmana anti-EEUU como las que pregonan Irán, Hizbola o Hamas (los 3 se sienten hoy fortalecidos).

EEUU y sus aliados se encuentran ante un dilema. No pueden apoyar a sus antiguos socios dictatoriales pues ello haría que la protesta se radicalizase y acabase imponiendo nuevos gobiernos ‘anti-imperialistas’. Por otra parte, deben tratar de buscar reemplazos para éstos pero buscando hacer transacciones con los opositores y evitar que la presión social produzca más explosiones.

Mientras que el túnel que se abrió en el muro de Berlín terminó favoreciendo a Washington, lo más probable es que el abierto por Túnez le debilite, así como a sus aliados europeos, musulmanes e israelíes.

San’a no sana
San’a, la capital de Yemen, se ha convertido en uno de los focos de las protestas del mundo musulmán. Esto se debe, en parte, a la enfermiza disparidad que hay entre ésta y muchas de las demás capitales de la península árabe.
Las grandes ciudades de las petro-monarquías de dicha zona vienen compitiendo entre ellas para ver quiénes ponen en pie los rascacielos más ostentosos. Uno de los Bin Laden destruyó las torres gemelas de Nueva York, pero su familia viene edificando en La Meca el segundo rascacielos en altura del mundo, aunque el de mayor área construida.
El edificio más alto que haya erigido la humanidad es uno que recientemente se inauguró en Dubái, (capital de los Emiratos Árabes Unidos): el Burj Khalifa (cuyo nombre se da en honor al Emir). Este tiene 160 pisos y  828 metros de altura (casi el doble del mayor rascacielos de EEUU).
En la última década esta ciudad ha concentrado el 20% de las grúas del mundo y se ha inundado de rascacielos. Hay 170 que superan los 100 metros de altura y 550 más en construcción. Islas artificiales con forma de hojas o edificios que se mueven para recibir el sol son algunas de sus excentricidades. Encima, hubo planes para hacer la torre Nakhal, la primera edificación en superar una altura de un kilometro.
Al Riad, Kuwait y Doha también tienen sus propios rascacielos ultra-modernos. Esta última fue la sede de las olimpiadas asiáticas 2,006 y lo será del mundial de fútbol 2,022.
El boom de la construcción ha hecho que varias de estas petro-familias reales empiecen a construir torres similares en las antiguas potencias que les colonizaron. Una de ellas es la de London Bridge, la cual, aún sin terminar, ya es la más alta de Inglaterra (la misma que está generando un proceso de regeneraciones que afecta el futuro del adyacente barrio latino de Londres).
En cambio, si una va a San’a, la capital de la nación con más habitantes nativos de dicha península, encontrará cuan agonizante es dicha contradicción.
Esta ciudad es una de las habitadas más antiguas que hay. Considerada patrimonio de la humanidad por la UNESCO contiene a una de las primeras mezquitas. Sin embargo, allí no se ve nada de la riqueza, del desarrollo, de los turistas o de la mano de obra inmigrante que abundan en las demás capitales de su región.
San’a está llena de edificios, pero todos muy antiguos y ninguno que tenga decenas de pisos. Frente a las arterias y autos ultramodernos de las urbes de los demás países de su región, las calles de San’a son estrechas, añejas y rodeadas de altas paredes, las cuales son un laberinto útil para que los locales se escondan o embosquen a sus invasores. Todos los yemenitas se precian de llevar en sus cintas una mini-espada curva, como símbolo de prestigio y alerta.
En vez de las mega-tiendas de lujo que hay en todas las demás capitales de la península, San’a está llena de mercados. Sus puestos se parecen a muchos de los de los de los pueblos de los Andes, incluyendo el hecho de que allí se vende mucho una hoja que se masca para dar energía.
San’a, a 2,200 metros sobre el nivel del mar, es la capital árabe más alta. A diferencia de las capitales más elevadas del mundo (La Paz, Quito y Bogotá) San’a es muy tribal y tiene pocos predios modernos.
Más del 60% de los yemenitas están desocupados, mientras que su ingreso promedio es varias veces inferior al de sus ricos vecinos. Ello alienta a que Yemen tenga dos guerras internas, insurgencias armadas pro-socialistas, pro-Irán y pro-Bin Laden (cuya familia proviene del Yemen), y que también pueda hacer que este país siga la senda anti-dictatorial de Túnez.

San’a no sana  San’a, la capital de Yemen, se ha convertido en uno de los focos de las protestas del mundo musulmán. Esto se debe, en parte, a la enfermiza disparidad que hay entre ésta y muchas de las demás capitales de la península árabe.Las grandes ciudades de las petro-monarquías de dicha zona vienen compitiendo entre ellas para ver quiénes ponen en pie los rascacielos más ostentosos. Uno de los Bin Laden destruyó las torres gemelas de Nueva York, pero su familia viene edificando en La Meca el segundo rascacielos en altura del mundo, aunque el de mayor área construida.El edificio más alto que haya erigido la humanidad es uno que recientemente se inauguró en Dubái, (capital de los Emiratos Árabes Unidos): el Burj Khalifa (cuyo nombre se da en honor al Emir). Este tiene 160 pisos y  828 metros de altura (casi el doble del mayor rascacielos de EEUU). En la última década esta ciudad ha concentrado el 20% de las grúas del mundo y se ha inundado de rascacielos. Hay 170 que superan los 100 metros de altura y 550 más en construcción. Islas artificiales con forma de hojas o edificios que se mueven para recibir el sol son algunas de sus excentricidades. Encima, hubo planes para hacer la torre Nakhal, la primera edificación en superar una altura de un kilometro.     Al Riad, Kuwait y Doha también tienen sus propios rascacielos ultra-modernos. Esta última fue la sede de las olimpiadas asiáticas 2,006 y lo será del mundial de fútbol 2,022. El boom de la construcción ha hecho que varias de estas petro-familias reales empiecen a construir torres similares en las antiguas potencias que les colonizaron. Una de ellas es la de London Bridge, la cual, aún sin terminar, ya es la más alta de Inglaterra (la misma que está generando un proceso de regeneraciones que afecta el futuro del adyacente barrio latino de Londres).En cambio, si una va a San’a, la capital de la nación con más habitantes nativos de dicha península, encontrará cuan agonizante es dicha contradicción.Esta ciudad es una de las habitadas más antiguas que hay. Considerada patrimonio de la humanidad por la UNESCO contiene a una de las primeras mezquitas. Sin embargo, allí no se ve nada de la riqueza, del desarrollo, de los turistas o de la mano de obra inmigrante que abundan en las demás capitales de su región. San’a está llena de edificios, pero todos muy antiguos y ninguno que tenga decenas de pisos. Frente a las arterias y autos ultramodernos de las urbes de los demás países de su región, las calles de San’a son estrechas, añejas y rodeadas de altas paredes, las cuales son un laberinto útil para que los locales se escondan o embosquen a sus invasores. Todos los yemenitas se precian de llevar en sus cintas una mini-espada curva, como símbolo de prestigio y alerta. En vez de las mega-tiendas de lujo que hay en todas las demás capitales de la península, San’a está llena de mercados. Sus puestos se parecen a muchos de los de los de los pueblos de los Andes, incluyendo el hecho de que allí se vende mucho una hoja que se masca para dar energía.San’a, a 2,200 metros sobre el nivel del mar, es la capital árabe más alta. A diferencia de las capitales más elevadas del mundo (La Paz, Quito y Bogotá) San’a es muy tribal y tiene pocos predios modernos. Más del 60% de los yemenitas están desocupados, mientras que su ingreso promedio es varias veces inferior al de sus ricos vecinos. Ello alienta a que Yemen tenga dos guerras internas, insurgencias armadas pro-socialistas, pro-Irán y pro-Bin Laden (cuya familia proviene del Yemen), y que también pueda hacer que este país siga la senda anti-dictatorial de Túnez.

Arábicos e ibéricos

Hoy cuando Ibero América está pendiente de las convulsiones del mundo árabe vale la pena recordar la estrecha relación que ambas regiones han tenido.

Las penínsulas ibérica y arábiga quedan en las márgenes opuestas del Mediterráneo, el mismo que fue el centro del viejo mundo. En este mar hay otras 3 penínsulas: la itálica, la balcánica y la turca. En la primera se decidió el pase de la Edad Antigua a la Media cuando Roma cayó ante los bárbaros en el año 476. En las dos siguientes el Medioevo abrió camino a la Edad Moderna cuando los turcos conquistaron Bizancio en 1453.

Las dos penínsulas laterales no generaron ninguna civilización importante durante la época antigua.

La ibérica fue conquistada o colonizada por nor-africanos, helenos, semitas, romanos o germanos, mientras que a la semidesértica arábiga los imperios no le daban mucha importancia.

Sin embargo, de la árabe emergió en el siglo VII el mayor movimiento religioso militar de todos los tiempos: el Islam. En pocas décadas los seguidores de Mahoma se esparcieron desde el río Indo hasta todo el Mediterráneo al sur de Francia. España, tras el inicio de la conquista islámica en el 711, se convirtió en el centro de la gran civilización de al-Andaluz.

Las 2 penínsulas geográficamente más distantes del Mediterráneo quedaron conectadas durante 8 siglos por una comunidad de fe e idioma. El árabe era la lengua franca en toda la costa oeste, sur y este de dicho mar.

Según Nicholas Ostler en ‘Imperios de la palabra’ el árabe se impuso superponiéndose y uniéndose a una serie de idiomas previos semitas.

El mismo año de 1492  en que los reyes católicos derrotaron al último reino musulmán en Granada, es que se inició la conquista de las Américas, en la cual los hispanos desarrollaron dos elementos fundamentales en su relación con los árabes.

Una fue la importancia del idioma y credo como factor de unidad imperial.

Mientras los imperios británico, francés y holandés permitían otras religiones e idiomas (los suyos siguen siendo hablados como lengua madre por descendientes de europeos o de sus esclavos que no tenían otra forma de comunicarse entre ellos salvo en la lengua de sus amos), los ibéricos siguieron la receta árabe de mestizarse racialmente con sus subyugados y llevarles a que compartan su misma fe y lengua. El árabe, el español y el portugués son los idiomas que tienen más hablantes nativos en pueblos diferentes a los de su continente de origen.

Otro fue el enorme celo religioso.

Los reyes católicos hostilizaron o expulsaron a millones de mahometanos y judíos, extirparon a las lenguas semitas y a todo credo que no fuese el suyo, crearon la inquisición y exterminaron pueblos musulmanes enteros en su interior. Estos métodos fueron transportados a la actual América Latina, la cual es hoy la región del mundo que más habla lenguas latinas y más sigue al Papa.

Los imperios español y portugués se forjaron en permanentes guerras con el Islam, aunque sus lenguas y culturas son las más influidas por el árabe en Occidente.

América Latina es la sección del Occidente que más presidentes ha tenido de origen árabe. Es también un conjunto de países que tiene en común con la Liga Árabe el contar con naciones pobres que hablan igual, son socialmente polarizadas y son caldo de cultivo para nacionalistas y oponentes de los EEUU.



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