Miercoles, 16 de Julio del 2025
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Publican La casa del Albaceleste de Augusto Higa

Publicado el 03/01/11

Lima, ene. 03 . Acaba de salir el conjunto de cuentos La casa de Albaceleste, de Augusto Higa, publicado originalmente en una edición arcana en 1986.

Los siete relatos que forman el libro exploran personajes complejos. «En mi primer libro (cuentario Qué te coma el tigre, 1977) tocaba temas sociales, con patotas de barrio como personajes. En La casa de Albaceleste está marcado el aspecto psicológico», comenta el escritor.

Aunque se mantienen espacios marginales y el erotismo bullente, se percibe la ruptura con los relatos pensados con una lógica de clase. Casi todos los cuentos presentan personajes extranjeros o que retornan a su lugar de origen, en un estado de locura creciente.

«El personaje desconocido es un gran pretexto para narrar y mostrar el mundo», aclara el autor.

Por ejemplo, en cuentos como «Corazón sencillo», protagonizado por un migrante provinciano, hay una «tendencia hacia la marginalidad, hacia lo insano», afirma Higa. En este, el personaje trabaja día y noche sin mayor objetivo que hacerlo, y termina enloqueciendo, mimetizado a un papagayo.

Pero el relato más llamativo es el que da nombre al libro: Un extranjero llega a un pueblo andino (ambiente nuevo en la obra de Higa) «para dar felicidad a las personas. Reparte caramelos entre los niños, pelea todos los sábados, se casa con una solterona y abre un burdel gratuito».

Cuestiones japonesas

Asimismo, Higa afirma que hay cierta influencia japonesa en estos cuentos. «Los relatos se hacen en tercera persona, con un narrador que mira, duda, no opina, no participa en la acción. Como eran los descendientes de japoneses hasta la década de 1970, que no sabían a qué país pertenecían», opina el escritor.

Además, uno de sus relatos, «Garrotillo», se basa en el célebre «La nariz», del narrador nipón Ryunusuke Akutagawa, «pero de una manera más criolla» y más carnal, escatológica.

En este conjunto de relatos se entiende el tránsito que dio Higa hacia sus textos sobre asuntos nipones, como fue Japón no da segundas oportunidades (1994), testimonio de su complicado viaje a Japón por trabajo, o la novela última, La iluminación de Katzuo Nakamatsu (2009), sobre un descendiente de nipones que enloquece escuchando voces.

Pero aun con estos temas, Higa confirma la idea de que ser nikkei –descendiente de japoneses– es una forma de ser peruano. Mi formación es la de un muchacho de barrio, criollo por el humor, el pansexualismo. Quedarán algunas cosas japonesas de mi familia», asegura el narrador.

Sin embargo, no cree resuelto el tema de la identidad nikkei: «Ya no atormenta a nadie ser descendiente de japoneses, pero algunas familias todavía son muy cerradas. El problema de la identidad no está resuelto», concluye.



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Fuentes de Bloomberg

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