Miercoles, 24 de Abril del 2024
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ISAAC BIGIO

Publicado el 10/05/10

Brown se va. El poder del rey Clegg

El primer ministro Gordon Brown acaba de anunciar que en Septiembre, cuando su partido tenga su conferencia anual, el laborismo debería ya tener designado a un nuevo líder. Esto implica que él hoy solo aspira a seguir en el gobierno no más de 4 meses.

Tal anuncio es algo que facilitará ampliamente las conversaciones entre liberales y laboristas. Nick Clegg, el líder de los liberales, había afirmado durante toda la campaña que él no creía correcto que su partido integrase el gabinete de un primer ministro que perdiese los comicios.

Brown, al auto-sacrificarse, busca salvar a su partido y abrir un puente para la única opción que le queda a los ‘rojos’ para seguir rigiendo al país: una alianza con los ‘amarillos’.

Al emularse Brown, también, intenta evitar que su archi-rival David Cameron sea quien le remplace en el poder.

Los liberales, pese a que no han conseguido ni el 9% del parlamento, se han convertido en el gran elector del nuevo gobierno. Clegg sabe que él no puede ser el nuevo primer ministro pero el quiere utilizar el poder que tiene de ser quien tiene la balanza del poder para jugar entre los conservadores y los laboristas.

Primero se aproximó a los conservadores a quienes les fue
presionando para que adopten una serie de reformas que le convenían e incluso les ha ido sacando el compromiso de poder estudiar la posibilidad de reformar el arcaico sistema electoral británico por uno que incluya dos rondas en un voto y evite que los partidos minoritarios prácticamente queden fuera del parlamento.

Cuando la prensa anunciaba la inminencia de un pacto conservador-liberal, Brown, desesperado, les hace una nueva concesión.

De esta forma los liberales sienten que vienen acicateando a sus dos rivales para obligarles a que vayan acercándoseles y aceptando una reforma del sistema electoral (algo que si no lo logran hacer nunca más podrán volver al poder).

Clegg es hoy el rey de la política británica. El partido que siempre cuestionó un sistema tan antidemocrático y monárquico de elección (en el cual ni el jefe de estado ni la cámara alta son electas y la cámara baja es nominada sin ninguna forma de representación proporcional) ha terminado siendo la minoría que dirige a la mayoría.

Hoy los liberales pueden jactarse de que ellos, a pesar de haber quedado terceros, estarán en el nuevo gobierno. Una posibilidad es con conservadores a quienes habrán desafilado y otra es con un laborismo descabezado.

La otra victoria laborista

El jueves 6 de Mayo hubo dos votaciones simultáneas. La más importante se dio a nivel nacional para elegir a los 650 parlamentarios que representan a los 650 distritos electorales en los que está demarcada Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte. La otra elección se dio solamente para nominar a los concejos de los 32 municipios del Gran Londres y varias comunas de Inglaterra, incluyendo las ciudades más grandes como Birmingham, Manchester, Liverpool, etc.

La prensa mundial le ha dado mucha importancia a la primera votación pues de ella resultará quien podrá gobernar el Reino Unido. Sin embargo, no se le viene brindando mucha cobertura a la segunda. Esto se debe en parte porque los conteos en muchas partes recién se empezaron después de que se anuncien los resultados de las elecciones generales y en parte porque se cree que las municipales no tienen la misma incidencia.

Este último argumento es valedero. No obstante, es útil analizar lo que ha pasado a nivel local pues nos ayudará a comprender el estado de ánimo que hay en importantes partes de la población.

Comparando los resultados de estas elecciones generales con las anteriores (2005) los conservadores avanzaron del 32% al 36% de los votos y de 209 a 306 parlamentarios,
mientras que los laboristas bajaron del 35% al 29% de los votos y de 349 a 258 parlamentarios. Los liberales, a pesar que subieron del 22% al 23% de los votos bajaron de 62 a 57 parlamentarios.

La fuerza de los ‘tories’ se ha concentrado en Inglaterra. Allí han sido electos 533 de los 650 Miembros del Parlamento (MP). En Inglaterra los conservadores bordearon el 40% de los votos y obtuvieron 297 MPs. Es más, se estima que ese número podría incrementarse en uno debido a que el único distrito donde las elecciones del 6 de mayo tuvieron que postergarse por la muerte de un candidato (Thirsk & Malton) es un bastión suyo que serán capaces de retenerlo.

Si no se tomara en cuenta a los MPs de los otros 3 países que componen el Reino Unido (Escocia, Gales e Irlanda del Norte) los conservadores hubiesen conseguido un 5% más de la mayoría absoluta que precisan para gobernar.

Cuando se coloca el color del partido ganador en cada uno de los 650 distritos del Reino Unido resulta que Inglaterra es esencialmente azul mientras que en los otros 3 países priman otros colores. No obstante, un análisis más detallado muestra que ese avance tory es esencialmente en las zonas suburbanas y rurales.

En los grandes centros metropolitanos el laborismo tuvo un repunte.

Comparando las elecciones locales inglesas pasadas (2006) con las actuales solo se puede ver un ganador el laborismo. Los ‘rojos’ ganaron no menos de 414 concejales y 15 municipios, mientras que sus rivales han perdido: los conservadores 121 concejales y 8 municipios y los liberales 141 concejales y 4 municipios.

Cierto, los conservadores han seguido controlando más comunas, pero su poder ha decrecido y la fuerza laborista ha aumentado en varias importantes concentraciones urbanas.

En el Gran Londres los laboristas han sido los grandes vencedores. En las anteriores elecciones a los 32 municipios de Londres (2006) los ‘rojos’ solo tuvieron mayoría absoluta en 11 de ellos y en las elecciones para la Asamblea y la Alcaldía del Gran Londres los conservadores le ganaron por primera vez desde inicios de los 1980s.

Este 6 de mayo los laboristas retuvieron todas las alcaldías que detentaban (incluso subiendo su número de concejales en distritos como Lambeth o Haringey donde los liberales les estuvieron queriendo destronar) y ganaron el control total en 6 más (Ealing, Camden, Southwark, Enfield, Islington y Waltham Forest).

Lo acontecido muestra una extraña recuperación del laborismo. En las elecciones del 2006 y 2008 perdieron ampliamente las municipales pese a que su partido seguía siendo el más popular o, en todo caso, no estaba enfrentando un gran alce conservador.

Esta vez el laborismo, pese al descrédito de Brown, tiene una mejor votación urbana debido a que cambio su discurso.

Hasta esta elección los ‘rojos’ hablaban mucho de ser al ‘nuevo laborismo’ que viraba de la izquierda hacia el centro y de las causas laborales hacia la clase media.

Sin embargo, ante el temor de ser defenestrados por los ‘tories’ Brown y Harman cambian de discurso y empiezan a incitar a la lucha de clases entre ricos y pobres, así como a asustar a las minorías étnicas y a los sectores menos favorecidos en sentido de que los ‘tories’ volverían a atacarles.

Gracias a este giro los ‘rojos’ logran hacer que mucha gente salga a votar (con lo cual contrarrestaban a su gran enemigo: el ausentismo y el hecho de que sus bases no quieran ir a las urnas por qué no veían en el laborismo una alternativa seria).

Ante el cuco conservador un laborismo ‘izquierdizado’ pudo calar.
La campaña de Brown-Harman no buscó apelar a los sectores intermedios para arrebatárselos a los ‘azules’ sino a la base tradicional del partido a fin de que salga a votar por ellos y evite que sean humillados.

La recuperación laboristas en las grandes urbes inglesas ha de servir como un aliciente para que el partido de la rosa sienta que puede seguir en el poder o, en caso de tener que dejar ‘este, sientan que pueden volver a ganar las siguientes elecciones generales.



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