Jueves, 28 de Marzo del 2024
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La oposición de Irán recibe con gritos de 'Muerte al dictador' el discurso de Ahmadineyad

Publicado el 07/07/09

Ahmadineyad“Ha empezado una nueva era para nuestro país”, acaba de proclamar el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, en un discurso radiotelevisado. Sus palabras, como antes las del líder supremo, tratan de cerrar la crisis abierta por los polémicos comicios del pasado junio en los que Ahmadineyad salió reelegido por una aplastante victoria. Pero su llamamiento a la unidad ha sido recibido con renovados gritos de “Muerte al dictador” desde muchas azoteas de Teherán.

“A pesar de todas las debilidades y barreras, debiéramos unir [nuestras] manos para hacer que Irán brille en el mundo para siempre”, ha pedido el presidente según una traducción facilitada por la agencia oficial Irna. Ha sido su primer mensaje a la nación desde que el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, sancionó el resultado electoral a pesar de las acusaciones de fraude de los otros tres candidatos y de las protestas de millones de iraníes en las calles. Ahmadineyad ha vuelto a insistir en los 40 millones de ciudadanos que votaron, un 85% del electorado potencial, como elemento legitimador y un “honor sin precedentes”.

“Siempre pensé cómo agradecer a la gente por haber causado un terremoto en el impopular sistema capitalista de Occidente bajo las difíciles circunstancias que se dieron durante las elecciones”, ha añadido. En cuanto a su eventual proyecto político para el segundo mandato, ha manifestado que tratará por todos los medios de servir al país y hacer felices a las familias, aunque no ha explicado de qué manera. También ha asegurado que en el futuro su Gobierno se centrará en la justicia, a pesar de las dificultades.

La intervención presidencial se produce horas después de que los tres principales dirigentes reformistas del país se reunieran en Teherán para reenfocar el movimiento opositor. El lunes por la noche, tras su primera aparición en público en casi dos semanas, Mir Hosein Musaví, el candidato que concitó las esperanzas de cambio de jóvenes, mujeres e intelectuales, se reunió con Mehdi Karrubí, otro de los derrotados, y con el ex presidente Mohamed Jatamí. En el comunicado posterior, pidieron la libertad de los detenidos en la represión de las protestas y que las autoridades pongan fin a la “atmósfera de militarización” impuesta tras las elecciones.

Sólo el enorme despliegue de agentes de seguridad y su contundente actuación han frenado las manifestaciones pacíficas que durante casi dos semanas cuestionaron el triunfo de Ahmadineyad. Sin embargo, de las declaraciones de Musaví se desprende que renuncia a proseguir la contestación al régimen por esa vía y que está contemplando, con el apoyo de dirigentes políticos y religiosos, la creación de un partido político para continuar la lucha.

Aún así, el Gobierno no parece tenerlas todas consigo y ha aprovechado la inusual tormenta de arena que desde el domingo afecta a Irán, para ordenar el cierre, martes y miércoles, de oficinas públicas y centros educativos. Dado que el lunes fue festivo y que el fin de semana iraní es jueves y viernes, la decisión ha paralizado el país justo cuando se cumple el delicado aniversario de las revueltas estudiantiles de 1999 y como cada año se planeaban movilizaciones conmemorativas.

Bajo las declaraciones de triunfo y los llamamientos a la unidad, las autoridades saben que la población se encuentra profundamente dividida y las sensibilidades están a flor de piel. Tres semanas después de las elecciones, miles de iraníes, tal vez decenas de miles, aún salen cada noche a clamar su descontento desde las azoteas. Hoy, coincidiendo con el discurso del presidente, sus gritos sonaban más desgarrados.

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