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La fortuna oculta de Putin sale a la luz
08/08/2020 Internacional

El 6 de junio de 2013, cuarenta y dos años después de que Lyudmila Shkrebneva asistiera a un concierto donde conoció a Vladimir Putin, el presidente y su esposa asistieron a una presentación del ballet “La Esmeralda” en el Palacio Estatal del Kremlin. La pareja estaba saliendo después del primer acto, cuando un corresponsal de la cadena de televisión Rossiya-24 le preguntó a los Putin algo impensable: ¿Es verdad que se están divorciando? Durante siglos, los líderes rusos mantuvieron su vida privada en secreto. Lo hicieron un poco por seguridad y otro poco para esconder en los recovecos algunas fortunas inconfesables.

“Es cierto”, confirmó Vladimir Putin inesperadamente. “Todo mi trabajo es completamente público. Para algunas personas esto está bien, y para otras no. Hay algunas personas que simplemente no pueden reconciliarse con esto. Lyudmila Alexandrovna Putina ha estado en esto durante ocho … ya nueve años. Así que esta fue una decisión conjunta”, agregó. De pie junto a él con una sonrisa incómoda, Lyudmila se hizo eco de lo que acababa de decir su ahora ex marido. “Nuestro matrimonio ha terminado”, agregó, con una expresión de dolor en el rostro.

Nada se supo de cuál fue el arreglo económico al que llegaron. La fortuna de Putin se calcula que asciende a los 7.000 millones de dólares. Y desde su divorcio, Lyudmila hizo gala de gastos acordes. Particularmente en la Riviera francesa, donde vive con su nuevo marido, y donde la última semana se registraron protestas de sus vecinos por la ostentación y las fiestas que realizan.

Vladimir Putin se convirtió así en el primer líder en la historia de Rusia en divorciarse públicamente, aunque sigue sin haber información confiable sobre su vida privada. Se sabe que mantiene una relación desde hace años, incluso se habla de que fue el motivo del divorcio, con la ex gimnasta olímpica Alina Marátovna Kabáyeva, que ahora tiene 36 años. Putin la dobla en edad. En junio del año pasado, la prensa rusa informó que la razón por la que esa semana se había cerrado el cuarto piso del Centro de Investigación de Obstetricia, Ginecología y Perinatología de Kulakov, en Moscú, fue que Kabaeva había dado a luz a mellizos varones. También hay reportes de que dos años antes tuvo una niña en una clínica suiza. La rubia nacida en la antigua república soviética de Kazajistán, fue legisladora nacional hasta 2014 y actualmente dirige el National Media Group, un conglomerado de entretenimiento y periodismo.

En enero de 2016, el periódico Sobesednik descubrió que un apartamento que era propiedad de la familia Putin desde 1995 fue transferido en julio de 2015 a Lyudmila Alexandrovna Ocheretnaya, una mujer con el mismo nombre, patronímico y día y lugar de nacimiento que Lyudmila Shkrebneva Putina. Así es como se supo que Arthur Ocheretny, un oscuro y fracasado empresario, era su nuevo marido. En abril de 2017, la revista StarHit publicó las primeras fotografías de la pareja saliendo de la terminal del aeropuerto de Heathrow en Londres. Desde entonces, aparecen propiedades y negocios con el estado ruso a nombre de los Ocheretny y de acuerdo a un informe del Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP), podría tratarse de una fachada para el blanqueo de la fortuna del propio presidene ruso.

OCCRP descubrió que millones de euros aparecieron repentinamente cuando Lyudmila Putina comenzó a ver a Arthur Ocheretny. Una buena parte se utilizaron para comprar una villa de estilo Art Decó en Anglet, sobre la costa atlántica de Francia. No muy lejos de allí, en Biarritz, tiene una villa Katerina Tikhonova, una de las hijas del ex matrimonio Putin. El esposo de Tikhonova es Kirill Shamalov, hijo de Nikolai Shamalov, copropietario del banco Rossiya y uno de los amigos más íntimos de Putin. En noviembre de 2015, la agencia Reuters informó que Kirill es dueño de bienes raíces en Biarritz por un valor de 370 millones de euros.

Por su parte, Arthur Ocheretny también aparece como propietario de varias propiedades en la Riviera y en otras localidades francesas. Antes de conocer a Lyudmila había intentado emprendimientos con poco éxito. Entre ellos, una empresa de construcción, otra de electrónica y una industria pesquera, de las que nunca obtuvo grandes ganancias. Los antecedentes oficiales de Lyudmila Putina (o Skrebneva u Ocheretnaya), tampoco pueden justificar los gastos de los últimos años. Hasta mediados de 2013, estaba obligada a declarar sus bienes por ser la esposa de un funcionario estatal. En todo 2012, ganó 121.000 rublos (unos 2.100 dólares). El año anterior, obtuvo un poco más: 424.000 rublos (U$S 7.400). En 2009, apenas 582 rublos o 10 dólares. Todos los bienes que poseían los Putin, dos departamentos, un terreno, un garaje y tres autos, se los quedó Vladimir. Al menos todavía aparecen en sus declaraciones de impuestos como presidente.

A pesar de todo esto, ahora se sabe que Lyudmila y su nuevo esposo compraron una villa Art Deco frente al mar que los lugareños llaman “Souzanna” por unos siete millones de euros y que luego invirtieron varios millones más para remodelarla. Se trata de una mansión con una espectacular entrada semicircular, decorada con un bajorrelieve de los arquitectos Jean y Joel Martel. La villa tiene 450 metros cuadrados y un parque de 5.000 metros cuadrados con una gran piscina, las ventanas dan al Atlántico y todo a su alrededor es un campo de golf.

Esa era la zona donde ya los Putin tenían propiedades desde hace años y pasaban sus vacaciones. Los rusos que viven en Biarritz saben que a la familia presidencial le gusta pasar tiempo en la ciudad. Según la tradición local, fue precisamente allí en 1999 cuando el oligarca y multimillonario ruso Boris Berezovsky persuadió al ex agente de la KGB, Vladimir Putin, para que se convirtiera en el sucesor de Boris Yeltsin. Berezovsky solía repetir esta historia él mismo, diciendo que Putin y su familia se quedaron en un “condominio muy modesto” en ese momento. Otro de los oligarcas, ex confidente de Putin y apuntado como posible testaferro, Sergei Pugachev, fue quien publicó hace poco en su página web personal una serie de fotos inéditas de los Putin que confirmaron, finalmente, los vínculos.

Pugachev que una vez afirmó en una entrevista con el Financial Times que “personalmente llevé a Putin al poder”, terminó cayendo en desgracia. Fue acusado de haber organizado una estafa al estilo Ponzi con un banco de su propiedad. Después de huir a Londres, demandó al estado ruso por doce mil millones de dólares por la expropiación de sus activos, un reclamo que el Tribunal de Arbitraje Internacional de La Haya se negó a considerar a principios de año. Como represalia y sabiendo del estricto secreto de su antiguo amigo sobre su familia, Pugachev publicó las imágenes de las entonces hijas adolescentes de Putin con sus propios hijos, y la leyenda: “¡La amistad joven es para siempre!”.

Aparecen María y Katerina en varios eventos, tanto en el Kremlin como en la casa de Pugachev. Una foto las muestra en una fiesta privada con el grupo pop Strelki, conocido como las Russian Spice Girls. Ambas chicas son hijas de Lyudmila y Vladimir. Maria, de 35 años, que usa el apellido Vorontsova, tiene una carrera en investigación médica y está casada con un empresario holandés con el que tiene varios hijos, lo que convierte a Putin en abuelo múltiple. Katerina, de 33 años, conocida por el apellido de su abuela materna, Tikhonova, era una bailarina de danza moderna que ahora se cree que encabeza una nueva iniciativa de inteligencia artificial del gobierno ruso. Anteriormente estuvo casada con el multimillonario más joven de Rusia, Kirill Shamalov, de 38 años, de quien se divorció en 2018.

A pesar de todos estos informes que salieron a la luz en los últimos meses, Putin reiteró en una conferencia de prensa que “nunca respondo preguntas relacionadas con mi familia. No están involucrados en negocios o política y por lo tanto no voy a hablar de ellos ni de mi vida privada”. De esa manera mantiene la vieja tradición rusa de que lo que sucede detrás de los muros del Kremlin es siempre un secreto. Aunque en la Era de las Comunicaciones es más difícil mantenerlos que cuando ejercían el poder los zares, Stalin o el resto de la nomenclatura soviética.

FUENTE: INFOBAE

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