El Barcelona lo tenÃa todo a favor pero sabÃa el infierno que se encontrarÃa y el Liverpool salió a por el gol y casi lo consigue en el primer minuto. En el minuto 6 llegó lo que más temÃa el Barcelona, que es que el Liverpool pudiera agarrarse al argumento de un gol temprano. Origi.
Sergi Roberto con una cesión delirante a Ter Stegen casi regala el segundo. Todo se puso, en muy pocos minutos, propicio para la gesta local y para el naufragio visitante.
El Gafe remató blandengue y Alisson muy atento se volvió a lucir. Messi también chutó, con mucha más intención pero algo desviado. El partido se jugaba un 62 por ciento en el campo del Barça pero el temporal del Liverpool comenzaba a amainar, aunque sus jugadores acudÃan a cada balón dividido como si fuera el último de sus vidas. Robertson chutó durÃsimo pero una vez más Ter Setegen, con una parada francamente rara, salvó a su equipo.
A la media hora, Ter Stegen habÃa tocado más balones que los tres delanteros juntos de su equipo. El partido entró en una fase más sosegada y el Barça conseguÃa mantener al Liverpool alejado de su área. El Gafe lo fallaba todo, como si no estuviera concentrado. Arturo Vidal era el único que ganaba los duelos aunque luego cuando intentaba filtrar él mismo las asistencias mostraba sus carencias y al bruto que lleva dentro.
En la reanudación, Wijnaldum sustituyó a Robertson, tocado, y el Liverpool otra vez huracanado buscaba el segundo para acercarse al milagro. El Barça tenÃa más miedo que esperanza y se defendÃa de un modo impreciso, perdedor, inelegante. Mediocres con el balón, los azulgranas eran continuaban perdiendo todos los duelos y era incapaces de controlar el partido. Van Dijk casi marca pero Ter Stegen ahà estuvo, lo mismo que Alisson ante un disparo muy de crema catalana -y sin quemar- de Luis Suárez. Y 6 minutos antes de que la Roma lo consiguiera el año pasado, de penalti, el Liverpool consiguió el segundo, Wijnaldum mediante, y él mismo a continuación, de cabeza, empató la eliminatoria por méritos propios y gracias también a todas las facilidades que le puso un rival , absolutamente desprovisto como mÃnimo hasta aquel instante del carácter que hace falta tener para alcanzar la gloria de la Champions.
El Barça se hundió en la confusión.El Liverpool tenÃa el balón y el control, y una afición que hacÃa temblar la estructura misma del estadio con sus cánticos. Lo poco que tenÃa Messi lo paraba Alisson. Coutinho, ese carÃsimo monumento a la irrelevancia, fue sustituido por Semedo. Pese a que el Liverpool empezó a administrar sus fuerzas, el Barça era incapaz de imponer su juego y no sólo no hacÃa nada sino que no generaba ni la expectativa de que fuera a hacerlo. Era un equipo sin intenciones, incapaz de reaccionar. Sólo quedaba esperar alguna genialidad de Messi, que parecÃa no estar.
Alexander-Arndold se dio cuenta de que Origi estaba sólo, de que los jugadores del Barça estaba mirando las musarañas, y sirvió rápido el córner para que su compañero marcara libre de cualquier marca el cuarto.