Miercoles, 24 de Abril del 2024
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Desechos tóxicos mineros pueden contaminar y dejar a Lima sin agua por meses

Publicado el 15/09/17

A menos de 100 kilómetros de Lima, en el Cerro Tamboraque, miles de toneladas de relaves mineros se han acumulado a un lado de la Carretera Central. Durante años, ese depósito pasó inadvertido, como una gran amenaza silenciosa.

Sin embargo, en febrero pasado, a propósito de las lluvias provocadas por El Niño Costero, las autoridades alertaron que todo ese material tóxico podría deslizarse hacia el Río Rímac y contaminarlo.

Aunque imaginar ese escenario es alarmante, porque afectaría la principal fuente de agua potable de Lima y Callao, lo cierto es que no se trata del único peligro latente.

Según el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), en la cuenca del río Rímac, que empieza en la sierra limeña y desemboca en el mar del Callao, existen 17 relaves formales donde se guardan toneladas de arsénico, plomo, cadmio, aluminio y otros residuos mineros.

De ese total, que pertenecen a cinco empresas, once se encuentran en explotación, mientras que los seis restantes están en proceso de cierre.

“El riesgo está y nunca desaparecerá mientras estén los componentes en la cuenca del río Rímac”, explica Víctor Velásquez, experto de la Dirección de Supervisión del OEFA.

En efecto, algunos relaves resultan más peligrosos que otros. Mientras que unos se ubican a más de cuatro mil metros de distancia del río Rímac, otros están a menos de cinco metros. Ese es el caso de los depósitos de Casapalca, Tablachaca y Antuquito, hoy propiedad de la empresa Activos Mineros SAC.

Según Velásquez, la legislación actual no autoriza relaves tan cerca de los cuerpos naturales de agua. No obstante, la mayoría de los que existe en esta cuenca datan desde hace “20 o 30 años”, cuando ni siquiera se había aprobado la Ley General del Ambiente.

Ese es el caso de Casapalca y Antuquito, cuyas medidas de mitigación se aprobaron en 1997. Solo cinco años después, en agosto del 2002, una subcomisión del Congreso detectó que el entonces dueño (Centromin Perú) no había cumplido con su “plan de adecuación y manejo ambiental”. Ese documento incluía las acciones para garantizar la disposición final de las 1.6 millones de toneladas métricas de material tóxico que sumaban ambos relaves.

Caso Tamboraque

En plena emergencia por El Niño costero, en su condición de presidenta de la comisión de Vivienda, la congresista Marisa Glave alertó que un deslizamiento del cerro Tamboraque podía dejar sin agua a Lima “durante un tiempo muy largo”.

Debido a ese mismo peligro, en el 2008, la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) había declarado dicho sitio en emergencia y creó un comité de crisis ante el riesgo de contaminación.

En julio del 2012, según en una resolución del Ministerio de Energía y Minas, la empresa Nyrstar Coricancha se comprometió a trasladar las 600 mil toneladas de sus relaves 1 y 2 hacia el depósito de Chinchán. El plazo otorgado era de 39 meses y venció en setiembre del 2015. El OEFA comprobó en julio del 2014 que la empresa había suspendido esa tarea cuando solo se habían trasladado 300 mil toneladas.

Del 2005 a la fecha, el OEFA y el Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (Osinergmin) han realizado alrededor de 40 acciones de supervisión al cerro Tamboraque. En 32 de ellas se detectaron incumplimientos a los instrumentos de gestión ambiental, lo que ha motivado sanciones diversas.

En el 2008, por ejemplo, se multó a la empresa por “no adoptar medidas de previsión y control para casos de derrames” y por “descargar afluentes sin autorización”. Durante una “supervisión especial”, en febrero pasado, el OEFA comprobó que los “canales de coronación”, que sirven para mantener la estabilidad de los relaves, estaban colmatados. También detectó que las mantas de cobertura estaban en mal estado, incluso con agujeros y cortes. Varias observaciones, después, fueron corregidas.

De manos atadas

El último jueves, un equipo de la Oficina de Medio Ambiente de la Municipalidad de Huarochirí realizó una inspección visual en la zona. El ingeniero Junio Molocho explica que existen indicios de contaminación, pero la responsabilidad de determinar el impacto recae sobre entidades de mayor jerarquía.

En diciembre del 2016, Nyrstar concretó la venta de la unidad minera a favor de Great Panther Silver. Pese al cambio de propietario, y aunque el OEFA reconoce que el riesgo subsiste, en la lona que cubre los relaves aún se lee un mensaje muy llamativo: “Nuestro compromiso es conservar el medio ambiente”.

Sedapal: “Hay un plan de contingencia”

Rudecindo Vega, presidente de Sedapal, asegura que existe un plan de contingencia que evitará que se afecte la producción de agua potable si uno de los relaves cae sobre el río Rímac.

Entre otras acciones, la entidad prevé cerrar las descargas de la represa de Yuracmayo, en San Mateo, lo que se compensará con el sistema de lagunas de Marcapomacocha. También estudia la posibilidad de entubar las aguas del Rímac para evitar su contaminación. Este proyecto está pendiente desde 1999, por lo que Sedapal ha anunciado que será actualizado.

En cifras
15% del agua de Lima aporta la represa Yuracmayo, que será cerrada si se desliza el cerro Tamboraque.

1.320 toneladas métricas por día debían retirarse del cerro Tamboraque.

11 veces se amplió el estado de emergencia en Tamboraque.



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