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Desde España: Miryam Quiñones gusta y sorprende en BarnaSants 2015

Publicado el 26/03/15

Corría el año 2000. Fui invitado a una guitarreada informal donde me dijeron que asistiría un amigo íntimo de Silvio. Éramos una quincena de personas y el “amigo” de Silvio, que resultó ser Vicente Feliú, cantó allí mismo un rosario de canciones propias. Después de satisfacernos cuando le pedimos Piropos, agarró la guitarra por el mástil, la elevó hacia arriba y preguntó: “¿Quién toca ahora?”.

Entre el grupo había una chica atractiva, con una cabellera larga, de color negro como la noche y a sus manos llegó la guitarra. Dijo que no sabía qué cantar y al poco afirmó que cantaría algo que “quizás todos saben”. Me es difícil explicar con palabras la impresión que tuve al escuchar La flor de la canela ese día. Se llamaba Miryam Quiñones y hoy, quince años más tarde aún recuerdo con nostalgia la sorpresa y la admiración que supuso para mí escuchar esa voz tan increíble de un modo tan próximo.

Supe que ella formaba parte de un grupo en Perú llamado “Silvio a la carta”. Se trataba de una formación de músicos universitarios que en sus recitales cantaban las canciones de Silvio que les pedía el público. La propuesta era respetuosa con las canciones del Aprendiz pero contaba con cuidados arreglos instrumentales que en algunos casos se fusionaban con ritmos peruanos. Creo que el grupo existe aún, aunque han cambiado algunos de sus componentes. Miryam lo dejó en el año 2003 para iniciar su carrera en solitario.

En el concierto de BarnaSants no hubo sorpresa para mí puesto que con la cantora limeña ya he coincidido en algunas ocasiones, pero la emoción y la admiración siguen intactas y escucharla por primera vez en un concierto íntegramente suyo supuso un redescubrimiento puesto que a su voz, que ya admiro y conozco desde hace mucho, se unió ahora el verla como artista.

Sin duda el hecho de tener a Rey Soto (también de Perú) en la guitarra, liberaba a Miryam de muchas obligaciones, y de este modo asistimos también a su lenguaje corporal que sin ser en absoluto exagerado sí que era gestualmente delicado para acompañar a su excelsa y privilegiada voz. Julián Cerasuolo le acompañaba de forma discreta en el cajón y en algunas de las canciones contó también con un excelente pianista: el argentino afincado en Barcelona Mariano Camarasa.

Miryam traía con ella, como si de un amante tan querido como deseado se tratase, su último trabajo llamado Con el alma en vilo, que es una selección de canciones de distintos artistas que nuestra protagonista canta a dúo en muchos casos con sus autores. Así pues la canción que da título al CD la canta con Teresa Parodi, Canto versos con Jorge Fandermole o El necio con el propio Silvio Rodríguez, solo por citar unos ejemplos.

Pero en su concierto estuvo sola. No hubieron duetos, pero sí el reconocimiento y palabras de admiración para todos los autores que forman parte de ese trabajo. Esa parte Miryam la hizo francamente bien porque algunos son muy atrevidos al cantar canciones de otros pero resultan muy tímidos a la hora de mencionar a los músicos autores de los temas.

Está bien eso de decir que llega un momento que la música es de todos y que a fuerza de cantarla o sentirla cualquiera puede hacerse propia una canción, pero de bien nacidos es ser agradecidos y es obligación ineludible mencionar siempre al autor y en eso Miryam estuvo impecable.

Empezó con Canta, de la colombiana Marta Gómez y siguió con Tonada de Luna Llena del mítico artista venezolano Simón Díaz que nos dejó el pasado año. Del tucumano afincado en USA, Alberto Rojo cantó Qué bonito y personalmente invito a los lectores a que busquen información sobre el autor puesto que se llevarán una sorpresa parecida a la que me llevé yo.

Le llegó el turno a la canción de Teresa Parodi, de la que habló mucho y muy bien. Miryam nos explicó que ella como intérprete busca siempre canciones que tengan un contenido con el que ella se sienta identificada para poder interpretarlas con sinceridad. Nos contó también que está muy feliz de que la autora de Con el alma en vilo sea actualmente la ministra de Cultura en Argentina, que es el país donde ha residido en diversos momentos de su carrera y del que dijo que es su segunda Patria.

Nos habló después de Rubén Blades y recurrió al piano de Mariano Camarasa para cantar Parao, aclarando a la audiencia el significado de la palabra “parado” que en España significa estar quieto, mientras que en Latinoamérica significa “estar de pie”.

Y a partir de este momento llegaron de forma consecutiva dos canciones de la trova cubana. Dos maravillas de insignes e imperdibles trovadores de la isla bella: de Augusto Blanca la preciosa El tercer deseo y de su (nuestro) queridísimo Vicente Feliú, una de las joyas de la canción de amor en lengua castellana: Créeme.

Pero el nivel se mantuvo bien alto con dos cositas bien distintas pero también impactantes. Dura y tremenda fue la historia de ese poeta limeño tan joven que murió asesinado en 1963 cuando tenía solo 21 años. Hablo de Javier Heraud y del poema Las flores buenas de Javier, compuesta por Chabuca Granda en su memoria. Esta fue la primera canción que interpretó que no forma parte de su trabajo Con el alma en vilo. Después le tocó el turno a la también hermosísima Si me voy antes que vos del trovador popular uruguayo Jaime Roos.

El éxito o el eco mediático que tuvo el Óscar de Hollywood de Jorge Drexler con Al otro lado del río posiblemente hizo que Miryam quisiera incorporarla dentro de este trabajo de duetos. A mí me parece que el uruguayo tiene muchas canciones más interesantes que la galardonada, pero en cualquier caso esa canción dedicada al Che estuvo presente también.

Se sentó en el cajón para cantar en solitario y a ritmo afro una canción muy conocida de uno de los más importantes “cantores” argentinos: de Luis Alberto Spinetta Barro tal vez. Sin duda fue una de las versiones más propias de la noche y la que más se alejaba de la canción original tal como las conocemos por sus autores, pero en cualquier caso lució la canción del “flaco”.

Pero el momento más sorprendente y también el más emocionante estaba por llegar. Lo anunció como una sorpresa y no nos engañó. Nos habló de que era lo que conmemoraba BarnaSants en esta edición, nos dijo que era de Alcoi y que hacía 20 años se había “marchado de gira” y entendió la importancia que había tenido en esta España aún dictatorial su papel como músico y consciente de ello subió el atril para tener más cerquita de la vista la letra y con la valentía que da la certeza y el entusiasmo de saber que cumplía como una especie de obligación moral entonó de modo sutil y brillantísimo el Homenatge a Teresa de Ovidi Montllor. La ovación de la noche dejó a las claras que el público premiaba el esfuerzo de Miryam por haber tenido la fortaleza y el coraje de aprender no solo la canción sino también la pronunciación.

A mí estas cosas me emocionan y por lo visto lo que sentí yo fue lo mismo que sintieron todos los presentes. Que venga alguien del otro lado del océano y nos obsequie cantando con muy buen acento a uno de los nuestros es algo que elogiamos y aplaudimos y más cuando sabemos que muchos más cercanos no lo hacen porque ni quieren, ni saben, ni entienden.

Con El necio de Silvio y Canto versos de Jorge Fandermole terminó el concierto y en la parte de los bises nos obsequió con dos “Chabucas”: El surco y, por último La flor de la canela.

Quince años más tarde Miryam cerró el círculo. La primera canción que escuché de su voz en el 2000 fue la misma con la que terminó también su participación en el Festival, que no pasó en absoluto desapercibida. Por un momento me llenó la impresión de que no había pasado el tiempo y volvía a escucharla por primera vez y a maravillarme como el primer día.



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