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¿Post-Latinoamérica? De la 4’ cumbre suramericana a las 20’ cumbre iberoamericana
30/11/2010 Isaac Bigio

En la semana que va del último viernes de noviembre al primero de diciembre se realizan dos cumbres que muestran el giro estratégico de América Latina. La primera se dio en la zona más nórdica del Atlántico suramericano (Guyana) y la segunda se dará en el país más austral del Atlántico suramericano (Argentina).

En ambas cumbres asisten los presidentes (o sus cancilleres) de las 9 repúblicas hispanas de los Andes y de la cuenca de La Plata (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Paraguay y Uruguay) más Brasil. En la primera se agregaron, además, los presidentes de las 2 Guayanas independientes (Guyana de habla inglesa y Surinam que habla holandés y su propia lengua criolla). En la segunda solo asisten países de idioma oficial ibérico por lo que, al mencionado conjunto brasilero-hispano suramericano, se le agregan todos los países mesoamericanos de idioma oficial castellano (México, América Central, Cuba y Dominicana) más los 3 Estados de la península ibérica (España, Portugal y Andorra).

Mientras en la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) participan como observadores Panamá y México, la Comunidad Iberoamericana de Naciones (CIN) se abre a Puerto Rico y al menos 8 naciones del Asia y África que fueron colonias ibéricas pero gobernadas desde la actual América Latina.

Ambas organizaciones internacionales, que son de relativamente reciente fundación, marcan una nueva evolución de lo que es América Latina.

América Latina durante la bipolaridad

En la época que se dio la guerra fría (1948-91) los EEUU desarrollaron la idea de que todos los países americanos que estaban al sur de su frontera (especialmente los de lengua oficial española, portugués o francesa) eran agrupados bajo el membrete de “América Latina”. Esta, a su vez, era considerada como el “patio trasero” de América (nombre de todo un continente que, no obstante, quedaba reducido a la potencia que ocupaba menos de un cuarto de su territorio: los EEUU).

Para Washington la América Latina era la parte menos desarrollada de su hemisferio que estaba destinada a seguir al hermano mayor. La Organización de Estados Americanos (OEA) vigilaba dicho rol y aisló a la nación que no obedeció a dicha autoridad (Cuba castrista).
En los 1980s cuando Washington y Londres lanzan una ofensiva mundial para privatizar empresas y liberalizar las economías y regímenes políticos, la cual termina por lograr derrumbar al bloque soviético, América Latina siguió dicha ruta.

En 1989 cae el muro de Berlín y luego, como dominós, se desploman todos los regímenes de partido único comunista en Europa oriental. En 1991 cae el partido comunista soviético y se desintegra la Unión Soviética en 15 repúblicas pro-mercado.

Este es el momento en el cual EEUU entra a su cenit como la única potencia global. Esto se traduce en que Washington se auto-erige como el policía global que tiene derecho a atacar cualquier país que ésta considere ‘paria’, empezando por Iraq en 1991 (y luego en el 2003). Países de la Comunidad de Ibero-América

Miembros
Europa
Andorra
España
Portugal

América
Argentina
Bolivia
Brasil
Chile
Colombia
Costa Rica
Cuba
República Dominicana
Ecuador
El Salvador
Guatemala
Honduras
México
Nicaragua
Panamá
Paraguay
Peru
Puerto Rico
Uruguay
Venezuela

Observadores e Novos Associados
Asia e Oceania
Filipinas
Timor-Leste

África
Angola
Cabo Verde
Guiné-Bissau
Guinea Equatorial
Moçambique
Sahara Ocidental
São Tomé e Príncipe
América
Belize

Estados y Governos No Miembros
California
Dadrá y Nagar-Aveli
Damão e Diu
Francia
Francofonia

Gibraltar
Goa
Guam
Macau
Nuevo México

La primera cumbre iberoamericana

En julio 1991 Guadalajara es el escenario de la primera cumbre iberoamericana. Desde entonces, cada año se ha desarrollado una y los dos jefes de Estado que más han asistido a éstas son el rey Juan Carlos de España y Fidel Castro. El primero no se pierde a ninguna de ellas, mientras que el segundo dejó de asistir a éstas cuando hace un lustro una enfermedad casi le quita la vida.

Ambos mandatarios que tienen una ideología tan contrapuesta se encontraron entre los grandes impulsores del nuevo ibero-americanismo por sus propias razones.

Cuba logró usar a las cumbres iberoamericanas para romper su aislamiento internacional. En 1991, cuando se realizó la primera de estas citas entre gobernantes, los Castro se encontraban en su peor momento diplomático. Su único aliado latinoamericano (el sandinismo nicaragüense) fue echado del poder tras perder los comicios de 1990 ante la derecha, mientras que el bloque soviético (que tanto le comercializaba y servía de paraguas económico y militar ante Washington) se desmoronaba. Entonces, todo el hemisferio americano aceptaba el “consenso de Washington” que planteaba que desde Alaska hasta la Tierra del Fuego los mercados y regímenes políticos deberían adoptar una nueva forma de liberalismo y tender a ir hacia un Acuerdo de Libre Comercio Americano (ALCA).

Las cumbres iberoamericanas eran el espacio que usaba Cuba para conseguir el reconocimiento diplomático de su vecindario y para poder crear un contrapeso ante la OEA. Estas también fueron utilizadas por la Unión Europea para, mediante los auspicios de España y Portugal, acercarse a América Latina.

España, por su lado, acababa de sumarse a la Unión Europea un lustro atrás (1986) y se encontraba en su primera década y media de post-franquismo. Tanto ésta como su vecina Portugal habían tenido desde antes de la II Guerra Mundial (1939-45) hasta los 1970s dictaduras fascistas. Este tipo de autocracias les había aislado tanto de la comunidad europea como de sus ex dependencias latinoamericanas.

Mientras Londres, París y Ámsterdam habían logrado reagrupar a la mayoría de sus ex colonias en nuevas comunidades de naciones timoneadas por ellas, Madrid y Lisboa carecían de un ente que las relacionara con sus vastas ex dependencias. En 1996 (5 años después de la 1era cumbre iberoamericana) se crearía la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP) integrando a Brasil, Mozambique, Angola, Portugal, Guinea Bissau, Timor este, Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe.

En la CPLP, sin embargo, Lisboa no jugaría el mismo rol dominante que las otras potencias europeas tienen en relación a sus respectivas comunidades. A diferencia de lo que pasa en la Francofonía, la Mancomunidad Británica y la Unión Neerlandesa, donde la principal población que habla el francés, inglés u holandés se halla en la nación europea que capitanea dicho bloque, en el mundo lusófono Brasil cuenta casi con 20 veces más luso-hablantes que Portugal. El peso político, económico y militar de Brasil, coloso que llegó a ser el centro del imperio portugués y que fue independizado por un rey portugués, cuenta más en el mundo que el de Portugal.

España nunca pudo crear una comunidad pan-hispánica de Estados y la Comunidad Iberoamericana le sirvió para restablecer mejores relaciones con sus ex dependencias americanas, con Portugal y con Brasil.

Los efectos de las cumbres iberoamericanas

Si uno compara la situación de América Latina de hace 2 décadas con la actual, verá significativas diferencias.
En 1991 América Latina marchaba siempre tras Washington y Cuba estaba bloqueada. Hoy Cuba supo manejar a las cumbres iberoamericanas para minar tal cerco y lograr que la OEA le levante el veto (aunque ésta última reniegue de la OEA).

En 1999 América Latina se junta con el Caribe para realizar cumbres bianuales con la Unión Europea. Estas medidas le sirven para buscar un contrapeso a la fuerte hegemonía de Washington en la región y para irse ampliando hacia más de una veintena de países caribeños de lengua oficial inglesa, holandesa y francesa con los cuales no hubo mucho intercambio (debido a que la mayor parte de los países de la región caribeña recién empezó a descolonizarse un siglo y medio después de las primeras independencias latinoamericanas).

Un año después en Brasilia 2000 se crea la Iniciativa de Integración Regional Sudamericana (IIRSA) que une a las 12 repúblicas suramericanas. A la subsiguiente cumbre bianual (Cuzco 2004) se lanza el proyecto de crear una Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la cual debería ser un bloque que uniera a dicho subcontinente de manera similar a cómo la Unión Europea había venido unificando a su propio continente.
El proyecto suramericano reflejaba un progresivo giro de Brasil, quien tradicionalmente se había orientado más hacia EEUU o el Atlántico, y que desde la era Cardoso-Lula vira hacia sus vecinos buscando convertirse en potencia regional de cara a aspirar a ser potencia mundial.

Las cumbres iberoamericanas hicieron que América Latina cambiara. Por un lado hicieron que ésta adoptase su primer bloque regional con dos potencias que no fueran los dos colosos norteamericanos (EEUU y Canadá), lo cual les ayudó a disminuir tanta presencia de éstos para poder negociar mejorar sus relaciones con la Unión Europea, con su vecindario caribeño y luego con otras regiones del mundo.

Las cumbres suramericanas hicieron que se empezase a quebrar esa diferencia histórica entre los hispano-suramericanos con Brasil y entre éstos y sus vecinos no latinos. Este movimiento de conjunción de la América al sur de EEUU latina y no latina también se plasma en la incorporación de Belice al Sistema de Integración Americano (SICA), uno de los bloques regionales que tiene las raíces más antiguas en las Américas. En el 2010 se crea la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, la cual une a todos los 33 países independientes americanos al sur de EEUU (salvo Honduras).

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